Capítulo 42

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   POV  ANASTASIA

El vestido cae en mis pies, dejando mi cuerpo sólo en un corsé ajustado de seda de un tono rosáceo con liguero, bragas de encaje a juego y medias de seda blanca. Christian me mira embelesado. Veo como frota sus dedos para no tocarme.

—Te ves hermosa, Anastasia... Eres una diosa— jadea de pie frente a la cama.

Yo dispuesta a dejarlo completamente sin sentido me doy una vuelta lentamente y levanto mis brazos para que me vea bien. Y lo hace. Siento su mirada. Me quedo de espaldas frente a él y siento como se acerca a mi, acechándome. Roza mi piel con sus dedos suavemente y deja un reguero de besos tras cada caricia.

—¿Tienes una idea de lo hermosa que estás en este momento? ¿De las ganas que tengo de arrancarte esa ropa para perderme en ti?

—Espera...

—No, Ana... Solo quiero sentirte, y que me sientas...

—Lo harás.

Se aparta de mi dispuesto a soportar la espera. Se aparta de nuevo de mí y lo empujo a que se siente en la cama, una de mis piernas la dejo entre las suyas y le sonrió con malicia. Retiro los broches del liguero de las medias y las bajo lentamente sintiendo la mirada ansiosa de mi esposo. Subo la otra pierna y repito el proceso.

Cuando me he puesto de pie, recuerdo las cintas del corsé que están en la espalda, y para excitar más a Christian decido pedirle ayuda.

—¿Por favor?— le pido en voz muy baja.

Me mira con los ojos muy abiertos, pero no se niega. Me giro y dejó como poco a poco desata las cintas hasta que también cae el corsé y estoy solamente con el tanga, él suspiro y decidida a no hacerlo esperar más para que me tome, me quito la prenda y muevo el trasero provocativa frente a él, y no siento que se acerque a mi. Hasta que vuelvo a girarme y lo veo aún con la ropa puesta. Me giro y quedo frente a él.

— ¿Puedo?—Le pido su consentimiento para desnudarlo.

— Por favor— responde.

Le desabotono la camisa y los puños y la quito suavemente de su cuerpo. 

Christian solo puede suspirar, me está esperando...

Dirijo mis manos a su pantalón y lo desabotono también para contemplar a mi ahora esposo y me asombra que cada vez que lo veo se me hace cada vez más atractivo.

Logro desnudarlo y él con su ansiedad a flor de piel me mira espectante a lo que sea que quiera hacer.

Le tomo la mano y lo llevo a la cama para que se tumbe. Me tumbé yo a su lado y solo me dediqué a recorrer cada parte de su cuerpo, a sentir como se estremecía con mis caricias. Él hizo lo mismo hasta que no se pudo contener y besó mis labios, mis ojos, cada parte de mi cara y después adoró cada parte de mi cuerpo.

Yo siento como me humedecía solo de sentir sus manos, y después me acerqué más invitándolo a entrar en mi cuerpo.

Él comprendió lo que deseaba, y me hizo recostarme sobre mi espalda, se acomodó entre mis piernas y lenta y dulcemente entró en mi.

—Oh, nena...— jadeo.

Solo gemí, no podía decir una palabra. Comenzó a moverse lentamente y yo me acoplé a su ritmo dulce.

—Eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida— susurra en mi oído.

—Te amo, Christian— le respondo.

—Yo también te amo, nena, mucho.

Sin dejar de movernos nos besábamos y nos acariciamos. Queremos que esté momento sea eterno y nos movemos lentamente. Solo se escuchan nuestros gemidos y el suave golpeteo del agua en el casco del barco.

Por Una VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora