Capítulo 1

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- Sigo sin entender por qué me acuesto contigo, Marcel. - dijo mientras se abrochaba la camisa, sentada sobre el colchón.

Yo sonreí, todavía recostado.

- Porque soy el mejor en la cama.

- Qué fanfarrón. - se rio Prim antes de sacarme la lengua.

- Con que esas tenemos... - reí.

La abracé por la espalda y la empecé a desnudar de nuevo.

- ¿Otra vez? No sé ni para qué me intento vestir, siempre acabamos igual...

- La culpa es tuya, por intentarlo. - dije entre besos a su cuello.

- Qué cara tienes... - miró el reloj - Venga, Marcel, casi es la hora.

- Que se esperen. - empecé a acariciarle la cintura.

- Marcel, lo digo en serio.

Suspiré.

- Ya me recordarás la próxima vez por dónde íbamos. - dije soltándola.

Fui al baño a lavarme los dientes y a arreglarme para el encuentro. Lo más probable era que lo estuviese haciendo en vano: al verme se irían. Estaba convencido.

Prim cogió su vestido (que había dejado sobre la silla) y lo intentó alisar un poco.

- Podría traer un poco de ropa aquí. Ya sabes, pasamos juntos mucho tiempo y... - dijo desde la habitación.

Aquello me puso alerta. Prim y yo éramos amigos, nos acostábamos, pero amigos, ni más ni menos.

- Sí, podrías... - intenté escurrir el bulto - Pero tampoco tengo mucho espacio en los cajones.

- Este está vacío.

- Pero se llenará pronto.

- Marcel, no me mientas. - se rio - ¿Lo entiendo, vale? Sólo amigos. Si no quieres que traiga aquí mi ropa, dímelo y ya.

Ella entró en el baño y me dio un abrazo mientras me peinaba.

- Intenta portarte bien, ¿vale? - me puso morritos, burlona.

- Siempre me porto bien, soy un caballero. - reí.

- Los dos sabemos que no. - dijo riendo.

Me dio un beso en la mejilla y volvió a la habitación a calzarse.

- ¿No te irás a poner un traje, verdad? - bufó.

- ¿Qué si no? - contesté desde el baño.

- Oh, por favor, sabes que mi padre los odia. Siempre dice que eres un pijo.

- ¿Sigue hablando de mí? Eso es buena señal. - reí.

- Sólo cuando sale Bélgica en la tele. - se rio.

- ¿En serio? - protesté de broma - ¿Soy sólo "el belga" para él? ¿Después de todo lo vivido juntos? Podía llamarme cerdo, manipulador, cerdo manipulador... ¿¡Y sólo soy "el belga"!? - escuché a Prim reír desde la habitación - Me parece muy xenófobo por su parte.

Salí del baño y me apoyé en el marco de la puerta, ya vestido.

- ¿Qué tal estoy? - pregunté con algo de vergüenza.

- Pijo.

- Ja, ja, ja, qué graciosa.

Salimos de casa y montamos en mi coche. No había tráfico y llegamos enseguida al punto de reunión. Prim me miró mal.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora