Capítulo 10

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- ¡Marcel! ¡Marcel! ¡Mañana voy a ir a la escuela! - gritó Arnaud al verme entrar por la puerta.

- Llámale Papá. - dijo mi madre.

Fruncí el ceño: no estaba de humor para discutir con ella sobre ese tema.

- ¿Qué haces despierto a estas horas? - le pregunté al niño.

- Estuve viendo una película con Mamá.

- Vete a dormir, es muy tarde. - le ordené.

El niño obedeció y subió las escaleras.

- Hay algo que... - empecé a decirle a mi madre.

- ¡Marcel!

Alice vino a abrazarme desde la cocina.

- Me tenías preocupada.

- Necesito que me... - intenté explicar de nuevo.

- ¿Puedo entrar ya? - se asomó Maverick por la puerta.

Le había dicho a Maverick que no entrase en casa hasta que yo se lo indicase, pero no me hizo caso. Le puse cara de enfado.

- ¡¿Pero yo que te he dicho?! - protesté en inglés.

- ¡¿Quién es este?! - preguntó mi madre.

- Este es Maverick. - me giré hacia ellas.

Tanto mi madre como Alice tenían la boca abierta de la sorpresa. En aquel momento mi padre llegó al salón y, de la impresión, retrocedió un paso.

- Es un viejo conocido. - empecé a explicar - Me he encontrado con él y...

- ¡Marcel! - protestó mi madre.

- Necesita ayuda. - continué - No será por mucho tiempo.

- Está enfermo. - dijo Alice.

Maverick no entendía nada (no hablaba francés), pero al escuchar la voz de Alice alzó la cabeza: sabía que la había reconocido. Él la había escuchado llorar cuando había venido a mi casa.

- Yo... Le hice daño en el pasado. Se lo debo. - dije.

- Marcel, creo que no eres consciente de... - empezó mi madre.

- Yo me ocuparé de todo, ni notaréis su presencia. - añadí.

- ¿Volvemos a las andadas, Marcel?

Ese último comentario sarcástico de mi padre me hizo fruncir el ceño y apretar los dientes.

- ¿A qué te refieres, Claude? - preguntó mi madre.

- El chico sabe de lo que hablo. - sonrió irónicamente.

Por supuesto que sabía a qué se refería, aunque Alice y mi madre no tuviesen ni idea. Había sido un golpe bajo y quizás sus palabras me cabrearon más de lo que deberían.

- Eso sólo ocurrió una vez. - me defendí.

- ¿De qué hablais? - preguntó Alice.

Ignoré su pregunta.

- ¿Qué está ocurriendo? - me preguntó Maverick, inquieto tras notar un aumento de la agresividad en nuestro tono de voz.

- Nada. - mascullé.

- ¿Qué le pasa?

Arnaud acababa de bajar las escaleras, ya con el pijama de Spiderman puesto. El aspecto de Maverick le daba miedo, o por lo menos le hacía sentir curiosidad.

- ¡¿Quieres irte de una puta vez a la cama?!

Le grité. Sí, le grité al pobre niño sin tener la culpa de nada. Estaba irritado y no supe medir ni mis palabras ni mi tono. Arnaud subió corriendo a su habitación.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora