- ¿Qué es eso? - preguntó Alice molesta mientras bajaba las escaleras.
- Bach. - contesté, sin dejar de tocar el violonchelo.
- ¿A las ocho? ¿Un domingo? - se frotaba los ojos, todavía medio dormida.
- Es que mis compañeros de piso discutieron por la noche y no pude volver a dormir. - dije con ironía.
- ¿Lo escuchaste? - se dejó caer pesadamente en el sofá.
Asentí.
- Joder. - se quejó.
- ¡Eh, que está el niño delante! - bromeé con su embarazo.
- Cosas peores ha oído. - se sentó en una silla de la cocina - Te veo de buen humor.
- No lo sabes tú bien.
A las siete había recibido una llamada de Willow. Ella me dijo que tenía buenísimas noticias, que nuestro negocio empezaba a despegar y que me reuniese con ella en la cafetería de otro día.
Después de que Alice me obligase desayunar y de que ella rechazase acompañarme, salí de casa con Joker.
Al llegar al lugar donde habíamos quedado, Axel, Kevin y Willow, ya estaban esperando.
- Hola. - los saludé.
- En cuanto lleguen los demás os contaré. - Willow estaba muy contenta - Es para no repetirme.
Aunque Willow y yo teníamos una sonrisa inamovible, Axel parecía somnoliento, y Kevin parecía querer levantarse y salir corriendo.
- ¿Qué pasa, Axel? - pregunté, divertido con su aspecto.
- No somos amigos, Marcel.
- Bueno, no hace falta que seas tan agradable, no vaya a ser que me sonrías.
Kevin nos miraba, como si nos estuviese juzgando.
A lo lejos vimos como Ernest se acercaba lentamente, dando un paseo.
- ¿Y ese perro? - preguntó Kevin sin poder contenerse.
- De mi hermano. - contesté.
Noté que lo intimidaba, así que lo alejé de su lado.
Cuando Ernest llegó preguntó lo mismo que Kevin, para después sentarse junto a Axel. Yo lo miré desafiante.
Poco después apareció Elisabeth, que venía corriendo porque se había quedado dormida.
- Parece que Prim no tiene intención de aparecer. - dijo Kevin - ¿Empezamos sin ella?
Me incomodó un poco pensar que podría estar en casa de Brent.
- Sí. - dije yo.
- Está bien. - Willow sacó unos papeles de su carpeta - Los beneficios que hemos conseguido en este envío cuadriplican los del envío anterior. - todos sonreímos al escuchar aquello, incluso Ernest - Sí, es una gran noticia. Esto empieza a despegar, y si todo continúa por este ritmo en el próximo envío, el siguiente a este creo que debería estar dirigido a Barcelona. ¿Van tus barcos allí?
- Sí. - contesté.
- Perfecto. Barcelona tiene mucha más vigilancia, no es como los puertos que hemos visitado anteriormente, pero los beneficios también serán mucho mayores. Allí la demanda es altísima: todos se mueren por probar nuestra droga. Y no los barriobajeros que viven bajo un puente. No. Nuestra droga es cosa de ricos, de las clases altas. A partir de hoy subiremos su precio en el mercado y, si después de Barcelona todo va bien, empezaremos a enviarla masivamente. Cuando se empiece a investigar, cogemos y nos borramos del mapa. Para entonces seremos ricos y nos habremos marchado al paraíso fiscal que más rabia nos dé.
ESTÁS LEYENDO
Los crímenes de Marcel Peeters
AzioneMarcel Peeters es una persona manipuladora, inteligente, pero sobre todo ambiciosa. Prueba de ello es su reciente interés en acceder al mundo del tráfico de drogas. Para ello deberá recuperar a su grupo de socios que, tras una estafa fallida en el p...