Yo acababa de llegar a mi despacho. Cómo siempre, era el último en aparecer.
- Siento el retraso. - me disculpé.
Me senté a toda velocidad y abrí mi maletín para sacar el dinero que el día anterior me había dado Willow. Hice seis montones y repartí uno a cada uno, con exactamente la misma cantidad de dinero. Aunque antes de entregárselo a Ernest, lo aparté un momento, dudando si dárselo. Ante la presión de las miradas de los demás, se lo di.
- ¡¿Sólo esto?! - se quejó Kevin.
- ¡No trates de engañarnos! - gritó Axel.
- ¡Sí, sólo esto! ¡¿Os creéis que a mí me hace gracia?! - contesté.
- Seguro que te lo has quedado todo tú... - insinuó Elisabeth.
- Marcel... - Prim se unió a las quejas.
Ernest permanecía en silencio, atento a lo que pasaba.
- Lo siento. Willow me ha prometido que... - intenté animarlos.
- ¿Sabes lo que me cuesta colar la mercancía en los barcos? - preguntó Elisabeth, ahora sin tanta agresividad - ¿Lo difícil que es pasarla del almacén al muelle de carga? Marcel, no podemos seguir así.
- Si en el siguiente envío no obtenemos más, lo dejaremos. - resopló Prim, apenada - Sabes que intento mediar, para algo entiendo de recursos humanos, pero todos tenemos un límite, Marcel, y esto no está dando resultado.
Suspiré.
- Lo comprendo.
Kevin se levantó empujando su silla. Axel lo siguió, y a él, Elisabeth.
- Prim, ¿puedes dejarnos un momento a solas? - dijo su padre.
Prim se fue, muy sorprendida por la petición de Ernest.
Ahora estábamos los dos solos, uno mirando al otro.
- ¿Quién era aquella mujer, belga? - Ernest escupió mi nacionalidad como si fuera un insulto.
- ¿Quién era aquel hombre? - no quise contestar.
- ¡Te juro que como estés engañando a mi hija te voy a...! - me señaló.
- ¿Engañar? - reí - Me parece que Prim no te ha explicado muy bien lo que hay entre nosotros. Además, aquí el que tiene que dar explicaciones eres tú. ¡¿Quién era aquel hombre?! - insistí.
- Un controlador del puerto. ¿Contento? Ha descubierto nuestro pequeño negocio y he tenido que recurrir al chantaje. Sé cosas de él que no le convienen que salgan a la luz...
- ¿¡Y por qué no me lo dijiste!? - golpeé la mesa - ¡Soy el líder, tengo que saber esas cosas! ¡Yo me encargo de eso!
- ¿Quién te ha nombrado líder? - apretó los puños - ¡Nadie! No somos como tus empleados de Peeters S.A. . Aquí somos todos iguales, y si decido que puedo encargarme yo solo de un asunto, no tengo por qué comunicártelo.
- ¡Yo os conseguí el negocio! ¡Yo puse el dinero y los barcos! ¡Es mi inversión! ¡No la vuestra! - grité.
- ¡Soy el que tiene más experiencia, mocoso! He vivido más que tú. Sé cómo funciona el mundo, no me hables de dinero.
- ¡¿Cómo sé que no me has traicionado, eh?! ¿¡Cómo lo sé!?
- Marcel, ¿de verdad me vas a hablar tú a mí de traiciones? - soltó, cargado de sarcasmo - Conozco a la gente como tú, y te aseguro que hay un hueco en el infierno con tu nombre grabado. - se levantó - Hago esto por mi familia, tenlo muy presente. Tú y yo no somos amigos, y en tu lugar, procuraría que no me cabrease. Todos sabemos quién quedaría en peor lugar en una confrontación hipotética...
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Los crímenes de Marcel Peeters
ActionMarcel Peeters es una persona manipuladora, inteligente, pero sobre todo ambiciosa. Prueba de ello es su reciente interés en acceder al mundo del tráfico de drogas. Para ello deberá recuperar a su grupo de socios que, tras una estafa fallida en el p...