Capítulo 8

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Miré a un lado y a otro. Llevaba un buen rato esperando delante del restaurante que Prim me había indicado. Miré el reloj: veinte minutos tarde. Empecé a dudar de que Kevin fuera a aparecer por allí. Entonces vi como su coche se paraba frente a la puerta del restaurante. Él bajó la ventanilla y me indicó que me acercase.

- Sube. - dijo muy serio.

- ¿Pero no íbamos...?

- Sube. - repitió.

Yo obedecí y monté en el sillón del copiloto. Él se puso en marcha de nuevo.

- ¿A dónde vamos? - pregunté.

- A Saughton.

Me quedé pasmado.

- No podemos ir allí. - protesté.

Saughton era la prisión donde Jerry cumplía condena.

Notaba como los recuerdos del pasado se apoderaban de mí. No podía volver a verlo, no señor. No podría soportar mirarlo a los ojos y ver reflejada mi propia traición.

- Claro que podemos e iremos. Jerry quiere hablar contigo y me ha pedido que te lleve.

Intenté abrir la puerta: había puesto el seguro.

- ¿¡A tí qué cojones te pasa!? ¿Esto es un secuestro?

- Claro que no, Marcel. Pero creo que es lo mínimo que puedes hacer por él.

Miré a Kevin con odio, pero no tanto como el que él escupía en cada palabra.

- ¿Por qué no puede llamar por teléfono? - pregunté.

- ¿Le contestarías?

- No... - admití.

- Eres un cobarde.

Fruncí el ceño.

- ¡Yo no tengo la culpa de todo lo que pasó, ¿vale?! - grité - Que trincaran a Jerry no fue sólo culpa mía. Te recuerdo que Axel fue el que cometió el error que les dio la pista para encontrarnos, que Jerry no fue lo suficientemente prudente con las finanzas y que fue Ernest el que no supo ejercer de abogado defensor.

- ¿Entonces para qué nos quieres de nuevo, si tan inútiles somos?

Pensé una respuesta. La verdad es que no lo tenía muy claro. En parte, era más seguro contar con gente con la que había trabajado antes (había menos probabilidades de que se fueran de la lengua). Por otro lado me había ganado su odio... Vale, habíamos cometido una serie de errores, pero casi lo habíamos logrado. Casi. Sabía que sólo necesitábamos una oportunidad más y ya estaría. Esta vez, funcionaría.

- ¿Cuánto ganaremos con este envío? - preguntó al ver que no le iba a contestar a su anterior pregunta.

- No lo sé, unos cuantos miles de euros que al repartir se quedarán en nada, pero confío en que a partir de este envío los beneficios crezcan exponencialmente. Willow se encarga de la producción y de las ventas. No te preocupes, es toda una profesional.

Kevin asintió.

- ¿Corremos peligro, Marcel?

- No, sólo los riesgos habituales en un negocio emergente, o por lo menos por el momento. Aun así, debemos extremar precauciones. Tenemos antecedentes, ya sabes. Ante la más mínima sospecha, mandarán a alguien a investigar, y desde luego no queremos eso.

Él parecía cansado, como si no hubiera dormido nada en varios días.

- Grace está empeorando. - dijo con voz trémula.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora