Capítulo 22

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- Venga, venga... Cógelo... - no paraba de dar vueltas en círculos esperando a que Willow contestase.

Alice estaba sentada en el sofá, observándome en silencio.

- ¿Marcel? - por fin cogió el teléfono.

- ¡Willow, tienes que ponerte a salvo! ¡Acaban de intentar matarme! ¡Es un coche negro, grande...!

No pude seguir, sonaron dos tiros al otro lado de la línea.

- ¡¿Willow?! ¡Willow!

- Sí, estoy bien... Necesito que vengas.

- ¿Estás herida?

- Tú ven al laboratorio. Te espero allí.

Colgó.

Abrí la puerta para irme pero Alice me gritó:

- ¿Vas a volver a salir?

- Sí. Cierra la puerta y ten todas las luces apagadas. - ya iba a cerrar cuando me acordé de algo más - Y baja las persianas. - me volví a acordar de algo - Huelga decir que te alejes de las ventanas, imagino.

Entonces sí que me marché.

El laboratorio de Willow estaba en las afueras, lejos del ruido de la ciudad. Nada más llegar a la entrada vi que había muchas luces encendidas en el recinto y escuché un gran alboroto en la zona del almacén. En el trayecto que llevaba al edificio principal, descubrí el coche negro que se había parado delante de mi casa, ahora aparcado, vacío y manchado de sangre.

Willow me asustó poniéndome una mano en el hombro. No la había escuchado llegar.

- Me estaban esperando en la salida. - explicó - Gracias a tu llamada me di cuenta a tiempo y pude matarlos.

- Menos mal.

- No son buenas noticias, Marcel. Acompáñame.

Empezamos a caminar en dirección al edificio.

- Han matado a Cillian.

Me quedé estupefacto.

- Y poco después de intentar asesinarme han tratado de entrar en el almacén. Estaban escondidos en ese bosque de allí. - lo señaló - Hay diez cadáveres más, a parte de los del coche. Dos de ellos eran nuestros.

Temblé.

- Mandé a unos hombres a preguntar por Cillian nada más ver lo ocurrido. Cuando llegaron encontraron un revuelo tremendo y a la policía. Lo mataron antes de ir a por nosotros.

Entramos en el edificio. Me condujo hasta una sala fría, donde todas las luces estaban encendidas y había unos grandes barriles.

- ¿¡Qué es ese olor!? - pregunté asqueado.

- ¿Has visto alguna vez Breaking Bad? Utilizamos el mismo método para deshacernos de los cadáveres.

Avanzamos hasta una camilla, donde había un cuerpo humano cubierto por una sábana blanca salpicada de sangre.

- Marcel, te aviso que esto no va a ser agradable.

- ¿Quién es? - pregunté, aunque en realidad ya había adivinado la respuesta en mi cabeza.

Willow lo destapó y yo aparté la vista. Una lágrima resbaló por mi mejilla.

- Marcel, necesito tu permiso para...

- Está bien, hazlo.

Mi hermano. Él me había intentado matar y ahora su pálido cuerpo tenía un agujero a la altura del pulmón.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora