Capítulo 21

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- Te dije que no te necesitábamos. - gruñó Willow.

- En realidad me dijiste que no viniera. - contesté.

Ella sonrió, muchos años aguantándome. Estábamos apoyados en una pared, esperando a que terminasen de cargar nuestro barco. Había sido difícil poner todo en marcha de nuevo, pero ahí estábamos, realizando un nuevo envío.

- De momento ni rastro de la policía ni de los chicos de Charles. - dijo Cillian, que se acercaba después de haber recorrido todo el muelle.

Llevaba una pistola en la mano.

- ¿Quieres guardar eso? Nada de tiros, os lo he dicho. - protesté, aunque yo mismo tenía mi mano metida en el bolsillo del abrigo, agarrando con fuerza la pistola que me había dado Willow.

Me hacía sentir un poco más seguro, aunque ni siquiera sabía si sería capaz de apuntar, y mucho menos de matar.

Cillian se apoyó también en la pared.

- Es demasiado raro. Esto está... demasiado tranquilo. No sé si me explico.

- Sí. - dijo Willow - Pensé que a estas alturas ya habríamos tenido algún problema.

- Yo no. - contesté - Muerto el perro se acabó la rabia.

- ¿Eh? - preguntó Cillian.

- Nada, hablo de mi hermano.

- No te confíes, Marcel. - dijo Willow - Creo que es el peor error que podemos cometer.

El barco zarpó y no ocurrió nada. Seguíamos sin creer la tranquilidad con la que había transcurrido todo. Con las miradas buscamos alguna amenaza: nada.

- Bueno... ¿Nos vamos? - preguntó Willow.

- Sí. - dijo Cillian.

Caminé hasta el coche y después me dirigí hacia "Crimson café", donde había quedado con mis "hombres de negocios". Cuando llegué, Kevin ya estaba allí.

Lo saludé y me senté a su lado.

- Hola. - saludé.

- Mi madre me contó que besaste a Grace.

No supe muy bien qué contestar. Era una situación incómoda.

- Lo siento, no era mi intención. Bueno, sí. No. - titubeé.

- Déjalo, Marcel, está bien. Me alegro por ella.

Me quedé en silencio. No sabía que era lo normal en una situación como aquella, aunque en realidad, la situación en sí misma no era muy normal.

Entonces vimos como Jerry y Elisabeth se acercaban. Venían cogidos de la mano y se reían. Yo me estremecí y Kevin lo notó.

- Marcel, tranquilo.

- Ya.

No era la primera vez que quedábamos desde que habían vuelto de su luna de miel, pero seguía sintiendo un escalofrío cada vez que lo veía. Él no decía nada en nuestras reuniones, sólo acompañaba a Eli.

Cuando estuvimos todos, les expliqué que había ido bien y que volvíamos a estar en el negocio.

- ¿Nada más? - preguntó Prim.

- No, nada más. - dije yo.

- Investigaré. - anunció Axel.

- Perfecto. - contestó Ernest.

- ¿Todo listo entonces? - preguntó Kevin.

Asentimos y nos levantamos. Cada uno se marchó por su lado, salvo Prim y yo, ya que ella me pidió que la llevase a casa porque había venido a pie pero ahora le molestaban los tacones.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora