Capítulo 6

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- Despierta, es la hora de cenar. - canturreó dulcemente Alice.

Me había quedado dormido sobre el sofá. Tenía frío, a pesar de haberme cambiado la ropa mojada nada más llegar a casa.

Me senté y ella me besó, sin que le importase que estuvieran mis padres y Arnaud delante.

Todos sonreían, incluido Arnaud.

- ¿Qué ocurre? - pregunté.

- ¡¿Cómo que qué ocurre?! - se rio Alice - Uno no salva vidas todos los días.

Suspiré.

- Ven, he hecho gofres. - dijo mi madre.

Mientras íbamos a la mesa, mi padre me dio una palmada en la espalda.

- Muy bien, hijo.

Lo miré extrañado.

Nos sentamos y se pusieron a cenar.

- ¿No comes? Los he hecho para tí. Son tus favoritos. - dijo mi madre.

- No tengo hambre.

- Come. - me ordenó Alice, poniéndome uno en el plato.

- Repito: no tengo hambre.

Arnaud me miraba fijamente. No parecía seguir enfadado o asustado de mí.

- ¿Qué le pasa? - le pregunté a Alice.

- Ahora eres su héroe. - se rio.

El niño enrojeció.

- Estoy orgulloso. - me dijo mi padre - Todo el mundo habla de tí.

- ¡Y tan abnegado! - sonrió mi madre - Ni siquiera permitiste que te dieran las gracias.

- Cualquier otra persona no lo hubiera logrado. - dijo Alice.

Ellos esperaron a que contestase, observándome fijamente, pero mi respuesta no pareció agradarles:

- Debería haber dejado que se ahogase.

Sus sonrisas desaparecieron de golpe.

- ¿Y eso por qué? - preguntó mi padre.

- He llamado demasiado la atención. Han visto mi cara y me han grabado. Y tú les has dicho mi nombre. - contesté mirando a mi madre.

Ella se llevó las manos a la boca al darse cuenta de lo que había hecho.

- No, no debería haberlo salvado.

Bebí un poco de mi vaso.

- Lo siento. - se disculpó ella.

Mi padre la miró.

- ¿Pero tú sabes que ha hecho Marcel? - preguntó refiriéndose a mis negocios con Batman.

- No soy tonta, Claude. Estaba por todas partes. Era inevitable que me enterase, aunque tengo que reconocer que hiciste un gran esfuerzo tratando de ocultármelo.

- ¿Y no estás enfadada?

- No, prefiero ignorarlo.

- ¿Qué pasa? - preguntó Arnaud.

Alice, presagiando que la conversación se iba a endurecer, lo mandó a la cama cariñosamente. Antes de subir las escaleras, el niño se detuvo a sonreírme una vez más.

- ¿¡"Ignorarlo"!? Estas cosas no se pueden "ignorar" cuando se saben. Yo me he vuelto loco dándole vueltas al asunto. - dijo mi padre - Nuestro hijo es un estafador y un narco.

Los crímenes de Marcel PeetersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora