- Marcel.
- ¿Eh?
Alice se rio.
- ¿Qué me estabas diciendo? - pregunté.
- Te decía que tus padres deberían poner wifi en la casa, que parece que viven en el siglo pasado. ¿Estás bien? Te noto distraído. - sonrió.
- Sí, sí.
El camarero trajo nuestros platos y una botella de champán.
- No, en serio, ¿qué ocurre?
- Nada. - contesté intentando sonar natural.
Ella me observó sonriente.
- Sé que no te entusiasma haber vuelto, pero creo que estamos en la dirección correcta, que no nos hemos equivocado.
Asentí.
- Por primera vez en mucho tiempo veo una luz al final del túnel. - añadió - Creo que nuestra relación se puede salvar.
- ¿Qué tiene de malo? - pregunté, enroscando mis espaguetis en el tenedor.
Me miró sorprendida.
- Hasta hoy llevábamos tres meses sin acostarnos... - sonrió, incrédula.
- ¿De verdad?
- ¡Marcel! ¡No me digas eso! - se rio como una loca - ¿No te diste cuenta?
- Me da miedo decir que no. - me reí.
- Dios mío, debes ser el único hombre del mundo que no echa de menos el sexo. Me ofendes. - bromeó.
Bebí de mi copa.
- Lo siento. - dije.
- ¿El qué?
- No poder ser el hombre que te mereces.
- Marcel, no digas eso.
- Ojalá nunca nos hubieras conocido, ni a Elliot ni a mí. Serías mucho más feliz.
- Escogí vivir mi vida contigo, y pese a todas las cosas malas, no me arrepiento de nada. - sonrió - Puede que no seas el más atento o el más cariñoso, ni siquiera el más abnegado, y muchas veces eres muy borde conmigo, y no nos olvidemos de que eres un graciosillo y un maniático...
- Ya llega, ¿no? - me reí.
- Pero te quiero, y sé que bajo todo ese sarcasmo y egolatría tú también me quieres.
- ¿Te queda algún defecto más en la lista? - bromeé.
- ¿Ves? Me olvidaba de la ironía.
Ella estaba muy guapa. Se había puesto un vestido negro muy elegante que hacía que sus ojos verdes destacasen.
- ¿Recuerdas el día que nos conocimos? - me preguntó.
- Sí.
- Me pareciste un chulo, un presumido. Tu casa, tus trajes, tu fuerte olor a colonia... Y sin embargo supe que nos llevaríamos bien.
Me distraje de nuevo. Ella seguía hablando, pero yo no prestaba atención. No era capaz. Seguía dándole vueltas en mi cabeza a la posibilidad de que fuese un psicópata.
Dudé si seguir adelante con mi proyecto. ¿De verdad estaba dispuesto a jugármelo todo por una de mis obsesiones? Tenía tiempo para pensármelo antes de ponerme en contacto con Axel, no había necesidad de correr.
- Marcel. - me llamó Alice, sacándome de mis pensamientos - ¿Qué hora es?
- Las doce y cuarto. - contesté tras mirar mi reloj.
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Los crímenes de Marcel Peeters
ActionMarcel Peeters es una persona manipuladora, inteligente, pero sobre todo ambiciosa. Prueba de ello es su reciente interés en acceder al mundo del tráfico de drogas. Para ello deberá recuperar a su grupo de socios que, tras una estafa fallida en el p...