- Recuerda: Hotel Stern, el viernes, a las nueve de la mañana. - dijo Axel antes de que saliera por la puerta.
Asentí y me fui.
Cuando llegué a la calle, Joker me saludó emocionado. Había tenido que esperar mucho.
Parecía querer volver a casa, pero yo necesitaba un trago, así que lo até en la puerta del primer bar que vi.
- ¿Nos conocemos? - me preguntó el hombre de detrás de la barra.
- No.
En realidad sí que nos conocíamos: había sido mi profesor de lengua en el instituto. Era bueno que no me reconociese.
- ¿Qué bebes?
- Me da igual, algo fuerte.
Se encogió de hombros y me puso un chupito que me bebí de un trago.
- No debería haber vuelto nunca... - susurré para mí mismo.
- ¿Decías algo?
- No. - gruñí.
Bebí mucho más. Entre trago y trago fui pensando en todos mis problemas y en el pasado. La cara de Grace, el cuerpo de Prim, las fiestas con Kevin y Jerry en la universidad, las noches en Barbados... ¿Dónde habían quedado? No sabía valorar los pequeños momentos de felicidad, y cuando lo hacía, ya era tarde. En realidad, muchas veces era yo el causante de que la felicidad desapareciese.
Tenía muchas llamadas perdidas de Alice. No hice ni caso: no quería volver a casa por el momento.
Echaba de menos a Prim, demasiado. Su olor, su cuerpo, sus besos... Su sonrisa. Ya no estaban. Tendría que haber sido yo el que le pidiese matrimonio y no Brent. ¿Podía asegurar si quiera que la fuese a volver a ver? Y Alice... Yo no era quién ella merecía. Ni un príncipe estaría a su altura.
Seguí bebiendo hasta que el bar estuvo vacío y sólo quedé yo.
- Marcel.
Una voz me llamó. Levanté la cabeza para mirar y casi me caí del taburete de la impresión.
- ¿Elliot? Tú... Estás muerto...
Mi hermano asintió y se empezó a reír.
- ¿Cuánto he bebido? - miré mi vaso.
- Mucho. - respondió el camarero - Deberías volver a casa.
No le hice ni caso.
- Me parece que demasiado. - me giré de nuevo hacia donde había visto a mi hermano, pero se había esfumado - Sólo una más.
- Quiero cerrar. - dijo el hombre - Hasta tu perro se ha quedado dormido.
- Una más. - rogué.
A regañadientes me la sirvió y se marchó a fregar.
- Sólo eres mi subconsciente. - le dije a Elliot, sin tener que girarme para saber que ya había reaparecido - No me siento culpable por tu muerte. Tú te lo buscaste.
Elliot no respondió.
- Jódete. - le dije - ¡Me cago en tu puta estampa! ¡Joder!
Le tiré la botella a su espectro y entonces el camarero volvió a donde yo estaba.
- Vete. - me dijo - Estás muy borracho.
- ¡No! - le grité.
- Llevas un rato hablando solo y te mueves de una forma extraña. Me parece a mí que sí.
- Estoy perfectamente.
Intenté levantarme y tuve que agarrarme a la barra para no caer.
Salí a la calle caminando en zig zag. Tardé la vida en desatar a Joker.
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Los crímenes de Marcel Peeters
ActionMarcel Peeters es una persona manipuladora, inteligente, pero sobre todo ambiciosa. Prueba de ello es su reciente interés en acceder al mundo del tráfico de drogas. Para ello deberá recuperar a su grupo de socios que, tras una estafa fallida en el p...