secretos ♡ 전정국

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Especial: Hoseok

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Siempre me he preguntado si la crueldad estaba en la naturaleza del ser humano, y si no era así, entonces qué era lo que provocaba el odio en algunas personas. Era algo que siempre estaba en mi cabeza incluso a mi corta edad de cinco años, misma edad donde descubrí por primera vez la crueldad y la maldad que podía tener una persona.

Siempre fui alegre, carismático y feliz, un niño que se había criado en un entorno familiar agradable y lleno de amor. Mi mamá era una mujer dulce y tierna que siempre hacía todo lo posible para verme feliz, mientras que mi papá era alguien que siempre estaba dispuesto a jugar conmigo y ayudarme cada vez que lo necesitaba, pero de una día para el otro todo eso cambió.

Aún recuerdo la sirena de la ambulancia y las luces de las patrullas que se encontraban frente a mi casa la cual estaba rodeada de cinta amarilla que evitaba el paso de cualquiera.

Ese 14 de febrero con tan sólo cinco años fui testigo de cómo las dos personas que más amaba en el mundo eran llevadas en una repugnante bolsa negra como si de basura se tratase.

Asesinato.

Dos tipos habían entrado supuestamente a robar mientras que yo estaba en la escuela, y digo 'supuestamente' porque se comprobó que no habían siquiera revisado ni un solo cajón. Esas dos mierdas iban a matar, no a robar y lo lograron pero no sólo mataron a dos personas, sino que de paso destruyeron la vida de un niño.

Desde ese momento todos los días se habían vuelto una tortura para mí. Era repugnante ver como todos mis profesores y compañeros me miraban con lastima, incluso mi tía (la cual se había convertido en mi tutora). El sentimiento horrible de ver como todos me trataban como un 'pobre niño' se había vuelto algo que soportaba constantemente en cualquier lugar que fuera y por primera vez en mi vida sentí lo que era estar solo en el mundo.

Me volví callado y reservado, quizás por la muerte de mis padres o tal vez era porque estaba reacio a tener algún contacto con las personas que me rodeaban.

Aquel día en el parque y bajo la intensa lluvia, derramé todas las lágrimas que venía aguantando desde que todo comenzó. Sentí como ese nudo en mi garganta y el gran dolor en mi pecho poco a poco desaparecían, pero yo sabía bien que no tardaría en volver nuevamente. Seguí llorando hasta por fin me relajé un poco, pero me detuve al sentir cómo en cuestión de segundos la lluvia se detenía. Abrí los ojos para encontrarme con una niña de cabello negro el cual estaba atado en dos colas y vestía un gran vestido naranja, ella me estaba cubriendo con su paraguas mientras que me sonreía dulcemente.

—¿Quieres? —pregunta estirando su mano y ofreciéndole un caramelo— Dicen que el dulce te hace sentir mejor cuando estás mal.

Ella me sonrió, no con lástima, sino como si yo fuera su amigo de toda la vida… Era complicado de explicarlo, pero ella en un segundo logró tranquilizarme.
Era increíble cómo un simple dulce podía cambiar tanto mi estado de ánimo. En ese entonces comenzó mi adicción a las golosinas, en un intento de estar bien cuando lo necesitaba.

Otomonai Mina.

Ese era nombre de la niña del vestido naranja. Era un año menor que yo e íbamos a la misma escuela, pero el hecho de pertenecer a clases diferentes no fue motivo suficiente para que ella se acercara a mí a la hora del recreo y del almuerzo. También descubrí que no tenía amigos en su curso, a pesar de verse tan alegre y divertida. No lo comprendía, pero luego me di cuenta que no la querían por ser de otro país… por ser "diferente" a ellos.