cuarenta y seis

1.8K 274 54
                                    




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Tiempo después.

—¿Y ya sabes escribir tu nombre?

—No me sale el que empieza con D. 

El niño terminó de pintar el dibujo sobre la hoja amarillenta de papel. Su vista se alzó y se encontró con la mirada cansada de su padre. Ilya sonrió y levantó el papel con orgullo.

—Así —el alfa a su lado asomó una mano, el cachorro se acercó más a su lado y buscó esconder la mayoría de su cuerpo bajo las sábanas cálidas—. ¿Está bien?

—Mnh, sí —Drozhin frunció el ceño y sonrió. Le alegraba mucho que su primer cachorro supiera escribir su nombre. A pesar de que dijera Mijil en vez de Mijaíl y que le pusiera una Z de más a Drozhin (sin la hache, por cierto) lo había hecho bastante bien para una de sus primeras veces. Después de todo la intención era lo que contaba—. Mira, así se escribe nuestro apellido —tomó un crayón rojo de la cajita de Ilya y escribió en imprenta sobre la hoja.

—¿Apellido? —preguntó asomando su cabeza—. ¿Y para qué me sirven los otros dos si sólo me llaman por uno?

—Es tradicional, yo también tengo dos nombres, casi todos los niños lo tienen —el alfa observó el dibujo de Ilya, era un mono verde con la cabeza ovalada, miró el trazo de las líneas, la manera que el color se intensificaba en algunas zonas y se volvía clarito en otras, su mirada gris se oscureció.

—¿Tú tienes dos nombres? —Ilya murmuró con la mirada sorprendida. Verdaderamente el cachorro no sabía sobre eso, y tampoco sabía lo que significaba apellido.

—Claro. ¿Cómo pensaste que me llamaba? —Drozhin preguntó, Ilya recostó su cabecita en su hombro, tomando el papel.

—Papá.

El alfa rió con suavidad, claramente Ilya aún no lo reconocía de otra forma que no fuera la paterna. Lentamente posó una mano en su sedoso cabello, Drozhin estiró uno de los pequeños rizos que se formaban.

—Pa —llamó el cachorro.

—¿Sí?

—¿Y tú cómo te llamas?

—Anton Ilich Drozhin —el cachorro se le quedó viendo unos segundos antes de responder. Sus manitos extendieron la hoja arrugada y rayada y sus ojos verdes miraron con inocencia los grises—. ¿Pasa algo, Cachorro?

EL LLANTO DE ISAKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora