treinta y siete

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Maratón (1/?) porque no sé hasta dónde me va a dar la cabeza xd gracias por los dos mil votos ¡Wuuu!

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—S-señor Drozhin.

Lo escuchó murmurar y sus ojos grises se detuvieron en la forma que se alejó del escritorio. No era una sorpresa encontrar al primogénito de los Viscott metido en la biblioteca principal de su casona en horas tempranas. Cerró la puerta tras de sí e inclinó la cabeza en modo de respeto.

—Su madre acaba de despertar —mencionó avanzando de forma lenta, clavando sus ojos en aquél cabello castaño claro, cubierto de suaves rizos que caían delicadamente por su cráneo. Drozhin suspiró, frunciendo el ceño cuando su alfa se removió, tan inquieto como siempre se presentaba ante aquél chico. Se acercó lo suficiente para ver el libro de medicina abierto sobre el escritorio, sus hojas amarillas demostraban su vieja edición y los ojos del hombre se suavizaron cuando habló nuevamente—. Siempre siento tu presencia aquí, ¿Te gusta leer sobre medicina, Ezra?

El niño se encogió de hombros y Drozhin observó sus ojos verdes, tan limpios y puros que sintió incomodidad cuando su alfa se descargó en euforia dentro suyo. El hombre de veinticuatro años se alejó un poco, buscando mantener una distancia certera del chico.

—M-mi padre no me deja leer libros así —habló con voz suave, el mayor bajó la mirada a las manos inquietas del ojiverde y rápidamente notó lo incómodo que se sentía al hablar sobre eso. La curiosidad creció en él—. Dice que... Mi jerarquía no debería interesarse en cosas como... Estas.

—¿Tu jerarquía? —preguntó volviendo su vista al estante lleno de libros que tenía, Drozhin tocó el lomo de los grandes tomos que tenía. Sabía que tenía unos escritos que funcionaban como introducción y que lo habían ayudado a él en su juventud.

—Dice que seré Omega —contestó el niño y Drozhin sintió que su corazón se aceleraba. Rápidamente frunció el ceño ante aquella respuesta, detuvo sus manos y respiró con profundidad al sentir cómo su alfa se alteraba.

—¿Y lo eres? —Drozhin lo miró fijamente y notó las mejillas sonrosadas que Ezra tenía. El menor bajó la mirada.

—No es como... Si tuviera el físico de un alfa... Señor —Ezra volvió a mirarlo y Drozhin se detuvo en sus labios rosados, su vista fue descendiendo por los hombros pequeños, el cuerpo delgado y las finas manos blanquecinas que tenía. Su estatura baja podía deberse a su edad y lentamente notó lo mal alimentado que estaba sin embargo, no podía negar que tenía una belleza extraordinaria—. Ya sabe... Los omegas tienden a ser de anatomía pequeña, y... y usted ya sabe ¿No, Señor Drozhin? Debe tener muchos omegas que lo buscan.

—A decir verdad el trabajo no me deja pensar mucho en una pareja, Ezra —habló—. Sería un milagro si alguna vez encuentro uno, generalmente todos le caen mal a mi alfa.

EL LLANTO DE ISAKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora