—¿A dónde vas? —escuchó la voz de Ilya detrás suyo. Drozhin se volvió y su mirada irritada se pegó en los ojos adormilados de su cachorro. Se encontraba apenas a dos metros lejos de la cama, los efectos secundarios de la medicina de Ezra empezaron a surgir cuando su mirada se volvió pesada y el cansancio lo gobernó por completo. Se sentó en un sillón aterciopelado y sintió el mono de peluche de Ilya sobre su espalda. Su boca se secó—. ¿Pa?
—Estoy bien, cachorro —murmuró, su visión se tornó borrosa, cerró los ojos y frotó su rostro entero. Se apoyó contra el respaldo del sillón y escuchó los pequeños pasos de Ilya por la habitación—. Ya... Te estoy escuchando.
—Ten —sintió como se subía al sillón, Drozhin abrió los párpados y sintió el frío borde del vaso de vidrio sobre sus labios. Lo tomó con rapidez y bebió todo sorbo que había en él. La mirada esmeralda del niño se apegaba con fuerza a sus movimientos. El alfa lo miró cuando acabó—. Vamos a dormir.
—Tengo cosas que hacer —murmuró y llevó una mano al rostro del infante. El cabello de Ilya se enredó entre sus dedos. Las puntas rubias, los ligeros rizos se volvían firmes a medida que pasaban los meses. El verde de sus ojos estaban claros, distintos a los de Ezra—. Ve a dormir, todavía es temprano.
—No quiero —murmuró apoyando su rostro en la palma de su padre. El alfa sonrió, y lo acurrucó contra su pecho, Ilya se acomodó y apoyó su cabecita en el pecho del hombre—. No te vayas.
—Ya me cansé de estar acostado, Mijaíl —habló, y se levantó con el cachorro en brazos. Fue directo a la cama y acostó al niño con cuidado, este lo miró con grandes ojos. Drozhin se sentó en el borde y sonrió cuando notó la manera en que lo veía—. ¿Qué pasa, nene?
—Me gusta que estés despierto todos los días, y charlar contigo.
—Yo también lo disfruto —murmuró y tocó su naricita con el dedo. Ilya sonrió y tomó la mano de su padre con ambas palmas. Sus dedos pequeños, su piel lisa y suave contrarrestaba con las manos cicatrizadas del alfa. El cachorro miró a su padre con grandes ojos verdes y Drozhin sonrió apenas—. Duerme.
—Papá... —llamó el infante cuando el alfa se puso de pie. Lo miró y el niño susurró despacio—. ¿Qué le dijiste a mamá... Aquella vez?
Drozhin se le quedó viendo unos segundos, su alfa se intrigó y su mirada gris analizó la situación en un milisegundo. Su cachorro era lo bastante listo como para entender situaciones del ambiente que lo rodeaba. Se quedó pensando, y finalmente sonrió con amabilidad.
—Hablábamos de Isak, Cachorro.
Mencionó y se volvió con la intención de desaparecer al instante. Sentía la mirada de Ilya sobre su nuca, podía incluso sentir el nerviosismo e inquietud que su pequeña conciencia tenía. El alfa tragó saliva, no era exactamente la situación que quería para criar a su primer cachorro. Había pasado gran parte de su corta vida en cama y fácilmente podía decir que conocía poco de su propio hijo. Tomó el pomo de la puerta justo en el instante que Ilya lo detuvo con sus preguntas.
—¿Papá...? —lo escuchó, el alfa tragó saliva—. Mamá no me habla.
—Lo sé —murmuró—. Está... Pasando por tiempos difíciles, Ilya. Ya se le pasará.
—¿Qué son... Tiempos difíciles? ¿Qué está mal, es por Isak? ¿Es Isak, no? Pa... Yo... No sé porqué Isak no me quiere, ni porqué mamá lo prefiere como Alfa antes que a tí. No sé muchas cosas y apenas entiendo lo que es un Omega... Y un Alfa. No recuerdo cuándo fue que apareció aquí, cómo se conoció con mamá... Y ustedes no se llevan bien.
—¿Qué quieres decir...?
—Mamá dijo que eras un mal alfa, que hiciste cosas malas... —murmuró el niño frunciendo el ceño, Drozhin sintió que su corazón se aceleraba—. Isak siempre dice cosas malas de ti... Y aunque sea un alfa malo y feo... Lo prefiere a él. A él.
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EL LLANTO DE ISAK
WerewolfIsak era feo, pensó, era el tipo de alfa que te desgarraba el corazón de una mirada y te ahogaba al segundo siguiente con su aroma putrefacto. Era el tipo de bestia que te obligaría a correr aun si tuvieras los tobillos rotos, ahí, al primer momen...