Despertó una madrugada de domingo cuando escuchó el quejido lejano. Sus ojos verdes lentamente Vislumbraron la oscuridad de la habitación, tan apagada que la luz que se asomaba por la ventana parecía el mismo resplandor divino. Se removió y su mano blanquecina fue directo a sus párpados con la intención de eliminar toda fatiga en ellos.
Ezra levantó la cabeza apenas y chocó con el rostro dormido de Anton Drozhin frente suyo, su mirada filosa recorrió su rostro, su barbilla, la manera que su brazo derecho lo acunaba con toda confianza. El omega notó lo pegados que estaban, notó el calor corporal caliente que el alfa tenía. El cachorro de ambos yacía en el pecho del mayor, tan dormido que siquiera se daba cuenta que le faltaba el chupete. La mano de Ezra acarició el cabello castaño de su hijo, era tan pequeño, tan bonito que deseaba verlo por siempre de aquella forma. Siempre cachorro, siempre niño.
Y notó el gran tamaño que estaba adquiriendo. Ilya tenía apenas un año y pocos meses se le sumaban a la tanda, aprendía con rapidez algunas cosas y justamente quería que su hijo fuera una persona lista e independiente en un futuro. Su cachorro sería clasificado como parte de una de las tres jerarquías que regía su mundo, en pocos años sabría si su bebé tendría que sufrir tanto como él en su condición de omega, o si sería igual de animal que Drozhin o Isak en todo su fervor actual.
Suspiró sintiendo que algo en su pecho dolía, lentamente volvió a dejar la cabeza contra el brazo del alfa. Volvió a conectar su mirada con él, con su maduro rostro dormido. Tenía moratones cubriendo su mejilla, casi todo su cuerpo estaba mal herido por culpa de aquellos acontecimientos. Ezra sintió el calor penetrarse en su cuerpo, su estómago al sentir con más pureza el aroma picante que emanaba. Sus dedos viajaron por la piel de aquél cuello, lastimado, con numerosos cortes, mordidas. Y la imagen de un lobo blanco y majestuoso volvió a chocar con su mente cuando su tacto rozó aquellas heridas.
—Tienes las manos muy frías... Ezra—lo escuchó susurrar y su vista buscó aquellos ojos grises somnolientos, Ezra detuvo el movimiento de su mano—. Ven, hace frío.
Sintió cómo se acercó y el aroma que emanaba su cuerpo, su ropa hizo que algo en el interior de Ezra se removiera. El omega se pegó más contra la cama y el cálido tato de las frazadas lo arroparon cuando Drozhin volvió a su posición antigua. Ilya se removió en su pecho y el alfa acarició su espalda cuando el cachorro se hizo a un lado y se recostó con todo gusto del lado izquierdo de Drozhin. Aquél conectó su mirada gris con la verde.
—¿Estás bien...?—preguntó y Ezra asintió lentamente, se acercó más buscando el calor corporal que él no tenía, su mano aún descansaba sobre la piel del alfa. Cuando se detuvo ambos se vieron a los ojos, callados, respirando con toda serenidad y sintiendo el aroma del otro en el ambiente. Drozhin observó los labios del omega y apartó la mirada más tarde. Sentía el tacto de Ezra acariciar con lentitud su piel, su reciente calor y el aroma dulzón que se volvía notorio a cada segundo. Drozhin apretó los labios—. Ezra...
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EL LLANTO DE ISAK
WerewolfIsak era feo, pensó, era el tipo de alfa que te desgarraba el corazón de una mirada y te ahogaba al segundo siguiente con su aroma putrefacto. Era el tipo de bestia que te obligaría a correr aun si tuvieras los tobillos rotos, ahí, al primer momen...