La Legión del Caos (Temporada 2) [Eldarya]

Capítulo 5: Paraíso obscuro. Parte II.

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Capítulo 5: Paraíso Obscuro.

Parte II.

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"Del sufrimiento han surgido las almas más fuertes. Los carácteres más sólidos están plagados de cicatrices." Khalil Gibran.

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La ciudad dormía silenciosa y fría en aquel valle oculto en las montañas del Cáucaso Norte; deslizándose a través de las sombras de los altos edificios y las laderas oscuras de los techos piramidales de las casas, Ian se apegó a la torre de lo que sería la biblioteca y dirigió los ojos hacia la fachada del templo de Mabora, desde ahí podía ver un gran número de guardias deambulando por la calle, por tanto tendría que evadirlos si quería entrar, y frente a eso, descolgándose la cuerda del cinturón, la arrojó por los aires hasta sentir que el gancho encontraba agarre en un lugar sólido, acto seguido saltó del techo de donde estaba y se columpió a la torre más cercana del templo, escuchó a algún guardia comentar que había escuchado algo, pero bajo la sombra de la construcción, vio con alivio como aquellos, tras mirar en rededor, se alzaban de hombros y continuaban sus rondas con normalidad. Después de eso Ian alzó la mirada por el muro recordando el lugar de la cita, por lo que aferrándose a la cuerda, inició el ascenso.

El sacerdote elfo, el venerable Ulwë, nervioso y sintiendo ante eso como todo su cuerpo se estremecía por la expectación, se levantó de la silla en la cual se encontraba y comenzó a pasearse de un lado a otro de la habitación, ya estaban en la hora acordada por tanto aquel assassin debería estar por llegar... y cuando aquel pensamiento pasaba por su mente, preguntándose si había hecho lo correcto en solicitar la ayuda de Sion, es que la ventana sur se abrió y una figura negra saltó al interior casi sin emitir sonido alguno.

-Recibí órdenes del jefe Neakail Kirkpatrickver, nombre clave Meneldur de la tierra de Sutafu -dijo Ian mirando al sacerdote a través del pasamontaña-. La petición original fue enviada desde aquí, en Mabora, ¿es correcto?

-¿Eh...? Sí... es así... -respondió el elfo viendo como aquel agente se enderezaba y se quitaba aquella prenda de la cabeza confirmando que se trataba del mismo joven de la tarde, solo que a diferencia de esa vez, tenía unos peculiares ojos amarillos, casi como si fueran dos pequeños soles ardientes-. Fui yo el que escribió la petición...

-Entiendo, dígame más por favor.

El sacerdote asintió y le señaló una mesa cercana, Ian en silencio acudió al lugar y, cogiendo una silla, esperó que aquel viejo elfo, mientras se apoderaba de otra, encontrara la fuerza y las palabras adecuadas para iniciar su relato, después de casi un minuto en donde lo vio temblar, aquel rostro curtido por los siglos vividos mostró la energía suficiente como para a atreverse a evocar aquellos recuerdos que mantenían a aquel culto aterrado.