Capítulo 7: Paraíso obscuro. Parte IV.

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Capítulo 7: Paraíso obscuro.

Parte IV

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"Sólo me queda la sangre. Quedáosla, pero no me hagáis sufrir." Maria Antonieta.

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Un suave olor floral llegó a su nariz, abriendo los ojos Ian se vio en medio de una cabaña, o pagoda más bien, construida de forma simple y abierta por todo su rededor. Incorporándose en la cama acolchada con pieles, él se vio el torso desnudo comprobando que no había herida alguna, acto seguido dirigió la mirada hacia un punto del exterior, parecía que estaba atardeciendo sobre un extenso campo florido y multicolor, muy diferente a aquel en el cual se encontraba con Zia, ya que sumado a ello revoloteaban por doquier destellos azulinos como fuegos fatuos, y allí, en medio de ellos, se encontraba aquella persona vestida con tenidas orientales. Ian apretó los labios sin saber qué hacer realmente, entonces, viendo que no obtendría nada permaneciendo en ese lugar, se puso de pie y salió al exterior acercándose a aquel que parecía entretenido observando las flores.

—Espero que no te moleste que haya proyectado este escenario en tu mente, es algo solitario ver solo oscuridad, así que recree la planicie en China que tanto me gustaba —dijo aquel hombre de larga cabellera escarlata acuclillado sobre aquellas floraciones.

—¿Tú me has sanado...?

—Impedí que murieras pero el resto del proceso corre por tu cuenta, tu parte lámmasu, incluso tu parte tan pequeña de nian deberían ser suficientes como para cerrar las heridas de tu cuerpo, yo solo resguardé tu alma y espíritu del miasma —él se puso de pie tras arrancar una flor y le miró de frente, era un hombre apuesto de facciones varoniles, mentón firme y unos ojos de un color azul tan claro que parecían ser del tono del agua cristalina—. Al fin podemos vernos a las caras, Ian.

El aludido tragó saliva... y después de contemplar a aquel por casi un minuto, pudo reunir la fuerza suficiente como para articular palabras, aunque al escucharse estas sonaran como las dichas por un niño intimidado ante un león.

—¿Eres Alduïn...?

—Al menos esta es la apariencia que logré moldear la primera vez que pude, lejos de recipientes y disfraces, este soy yo —aquel Dios del Caos alzó la mano izquierda y, con una calidez y suavidad que Ian creyó imposible, le acarició los cabellos—. Te pareces mucho a Xing, pero tu personalidad y tus ojos los heredaste definitivamente de Evolet.

La Legión del Caos (Temporada 2) [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora