La Legión del Caos (Temporada 2) [Eldarya]

Capítulo 31: Está bien... no está bien...

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"En cuanto a la adversidad, difícilmente la soportarías si no tuvieras un amigo que sufriese por ti más que tu mismo".

Cicerón.

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Sede de Sion, Washington DC:

La situación ya había comenzado a adoptar aquellos tintes que Vincent no quería volver a ver, a pesar de saber que era imposible de hacer vista ciega a aquellos eventos... Había entrado a la morgue caminando al lado de Nora y con Fleur tras él, allí en dos mesas en paralelo, se encontraban los cuerpos de las víctimas encontradas y las cuales, según las pericias iniciales, eran nuevas víctimas del Artista... Apretando los puños, él dirigió los ojos hacia el pizarrón donde el nuevo forense había dispuesto las fotografías y radiografías de los cadáveres... ambas víctimas, habían sido mujeres jóvenes...

Évolet vio como Vincent tiritaba mientras veía aquel expositor, sus ojos reflejaban odio y desesperación; ella ya sabía que Ophelia era una superviviente de Bae Dak-ho y, como tal, todo aquellos que esa muchacha pudo haber sufrido era algo que colaba hondo a aquel hombre, el amor que él le prodigaba a esos niños era indudable, seguramente estaría pensando en todo por lo que aquellos chicos habían tenido que pasar... Así que sintiendo unos deseos de ir a su lado, estiró una mano creyendo que aquello lo confortaría, no obstante, su intención quedó solo en eso, aquella drude había llegado antes apretando entre la suya la mano temblorosa de Vincent, y este, sonriéndole, pareció calmarse... Resoplando, Évolet desvió la mirada y se acercó las mesas de autopsia, viendo los bultos bajo aquellas sábanas y cogiendo las planillas que colgaban de un gancho para así leer los informes preliminares... pero a pesar de que intentó enfocarse en aquellas letras su mente no parecía querer comprender aquello, extrañamente solo se preguntaba qué relación había entre Vincent Dankwood y esa fiscal...

¬—Lamento la demora, estaba recibiendo otro cuerpo en la sala dos —dijo el médico forense apareciendo tras una puerta metálica, al ver que Vincent abría los ojos al máximo él se apresuró a alzar una mano en signo negativo—. No está relacionado con el caso, es un caso de pandillas del sector sur —él miró ahora a la mujer de cabello castaño y añadió estirando una mano—. Aaron Manzul, es un placer.

—Nora Winkler, soy la fiscal a cargo del caso.

—Entonces iré directo al asunto que la trae aquí, ya es tarde y creo que todos querremos descansar —aquel rubio hombre se acercó a la pizarra sacando una carpeta de entre unas que tenía en un escritorio a un costado—. Ambas víctimas murieron por sofocación por estrangulamiento —dijo pasando unas hojas—, la primera, la encontrada en el Twin Fall, a diferencia de la encontrada en la avenida del distrito norte de la ciudad, el surco de ahorcadura tiene una dirección ascendente, mientras que el de estrangulación es horizontal o, a veces, descendente, que es la dirección dada al lazo constrictor cuando el agresor está situado sobre la víctima, hallándose ésta, a su vez, en el suelo, en decúbito dorsal o ventral, esto me hace pensar que el agresor tuvo que intentar asesinarla en varias ocasiones, la segunda víctima, por otro lado, muestra que la muerte por sofocación partió por una severa lesión en el collum, causando una cogestión respiratoria —él se acercó la mesa más cercana, ante la cual estaba Évolet en ese momento, y descubrió el cuerpo, luego, tras colocarse los guantes de hule, señaló alrededor de los labios de aquella joven médico que jamás volvería a pisar un pabellón—, eso causó que estas marcas rojas aparecieran en la cara, también sangrado en los oídos, como también en los órganos internos, habiendo sangrado especialmente severo en los pulmones, esto demuestra que el proceso de sofocación fue largo y la intensidad era alta, lo que me lleva a pensar que no hubo juego previo con la víctima, si es que puedo usar la palabra juego en esto. Pero fuera de estas diferencias, en ambos casos de estrangulación se pueden encontrar en la vecindad del surco estigmas ungueales o pequeñas equimosis redondeadas producidas por los esfuerzos de la propia víctima por librarse del lazo, es decir, las medias con las cuales fueron asesinadas.