28. Still the one

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—¡Amigos, estamos aquí para celebrar la última noche de Harry para putear! —Louis exclama de pie sobre una silla, con una cerveza en la mano, es su... ¿Doceava botella?

—¡Y además! ¡No sólo Harry va a disfrutar! —Niall agrega, empujando a nuestro amigo, haciendo que este se caiga de la silla.

Me levanto levemente para ver a Louis tirado en el piso. ¿Se murió?

Niego con la cabeza regresando a mi cómoda posición en el sofá. Estábamos en un bar ya aquí en Orlando el cual mis amigos habían reservado sólo para nosotros. La música a todo volumen y luces bailando por el lugar hacían del ambiente comprometedor.

—¡Harry se va a emborrachar hasta olvidar donde vive! —Adam grita, levantando su botella de vodka.

—¿Recuerdan que estoy aquí? —consulto sarcástico, señalando mi sitio.

—¡Harry va a tomarse todas esas botellas de ahí! —Will continúa, señalando el bar lleno de alcohol.

Suspiro rendido echando mi cabeza contra el respaldar.

—¡Chicos, mañana me caso! ¡No quiero resaca! —les grito.

—¡Yo voy a ser el padrino de Liam! —Louis suelta de manera enredada, poniéndose de pie, levantando su botella.

—¿Qué? —Payno pregunta confundido, arrugando su rostro.

—De su hijo, ¡Imbécil! —Tommo escupe señalándome, haciendo que su cerveza salpique en mi rostro.

Cierro mis ojos fuertemente, seguido, seco mis párpados con el dorso de mi mano.

—¡Bueno, su hijo se va a llamar como yo! ¡Alucina, pendejo! —Liam refuta.

—¡Ah, pues mira! —Tommo insiste de manera ridícula, enfrentándosele.

—Ya, muchachos... Paren. —digo cansado, poniéndome de pie.

—¿Oye, Tú por qué no estás borracho? —el ojiazul me pregunta confundido.

—Porque quiero llegar al hotel sobrio para recordar la última noche con mi novia. —respondo tranquilo.

—Deberías ser como Marcos. —Horan habla en un tono típico de los ebrios, señalándolo con su botella.

Sí, mi amigo Puertorriqueño había venido también a mi boda. Él estaba muy borracho cantando alguna canción en español.

—¡Traicionera! ¡No me importa que de amor te mueras...! —grita elevando su cabeza.

Frunzo mi ceño ante sus
palabras. —Chicos, no me voy a embriagar. —ordeno volviendo mi atención a mis amigos.

—Harold, esta es tu última jodida noche para hacer mierda y media sin sentirte culpable. —Lou balbucea, apoyándose en mi hombro. —No contraté strippers porque me lo imploraste, pero sí tomarás hasta que no te acuerdes tu apellido.

—Louis, ¿Cuántos hijos tienes? —Liam pregunta retador.

—Este... Seis. —responde entrecerrando sus ojos.

Payno niega con la cabeza viéndome. —Ya lo perdimos.

—¡Marcos, enséñame una canción de esas del pingüino. —Tommo le grita a mi amigo.

—¿Cómo que del pingüino? —el latino gira su cabeza hacia él.

—Sí, sí, el de Madagascar, ya sabes... Rico. Ese cantante tuyo Rico. —balbucea.

—Ricky, Lou, se llama Ricky... —susurro rendido, negando levemente con la cabeza.

—Ese. ¿El cantó con el Bieber, no?

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