34. They Don't Know About Us

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No sabía qué hacer.

—¡Harry, levántate! —Gemma exclama acercándose a nosotros.

Tomo el rostro de mi chico en manos y lo obligo a levantar su mirada a la mía. Su ceño fruncido reflejaba dolor.

—Harry... —murmuro viendo el daño en su brazo.

Dirijo mis dedos a la navaja clavada en su piel. Finas líneas de sangre bajaban por su brazo.

—Mierda. —él escupe. Sus ojos bajan a la herida. —Esos hijos de puta... —gruñe intentando tomar con su mano izquierda la navaja en el otro brazo.

Su hermana se agacha a nuestra altura y observa rápidamente la situación. —No te la saques, te puedes desangrar, debemos entrar al hospital. —ordena.

Harry tararea ante el dolor. Sus labios se convierten en una línea recta. —Duele... —murmura con molestia en su voz.

Cuando escucho el golpe de una puerta de auto cerrándose, giro mi cabeza a mi derecha para ver a dos patrulleros avanzar hacia nosotros a un paso dudoso.

¿Están bien? —uno de ellos pregunta ladeando su cabeza, llevando su mano a la pistola colocada en su cinturón.

«¡Estamos perfectos, eh! ¡Él sólo tiene una navaja clavada en el brazo!»

—Unos tipos nos robaron e hirieron a mi hermano. —Gemma suelta poniéndose de pie.

¿Saben por dónde se fueron? —el otro policía pregunta rápidamente, encendiendo su radio colgada sobre su hombro.

—Corrieron por allá, no vi más. —Gem dice haciendo una ademán por el lado derecho del callejón.

Entren al hospital por emergencias ahora, encontraremos a esos ladrones. —el oficial dice antes de salir corriendo de vuelta a su auto, hablando algo a su radio junto a su compañero.

—Hazz, debemos entrar. —pido intentando hacer que se ponga de pie.

—Espera, cariño, dame un segundo. —mi chico objeta en un tono ronco. —Esto duele como la mierda.

Bueno sí, la navaja era grande. Serán unos seis centímetros más o menos enterrados en su piel. Debe dolerle.

—Gem, llama a un enfermero que venga acá. —consulto preocupada.

—Tienes razón, voy por ayuda. —Gemma asiente, enderezandose.

—No, no... —Harry la detiene. —Yo puedo ir, no me desmayo aún.

Tomo su brazo sano con mi brazo sano (Oh Dios, no podemos estar peor) y con la ayuda de Gemma, lo ponemos de pie.

—¿No te hicieron nada, verdad? —Harry me pregunta. Puedo ver su mandíbula apretarse al igual que su pecho subir y bajar más rápido.

—No, estoy bien. —respondo viendo su herida. La cuchilla estaba clavada por todo el recorrido de su músculo.

—¿Seguro que puedes caminar? —Gem insiste.

—Tengo herido el brazo, no el pie, hermana. —escupe sarcástico.

Decido no hablar más y ayudarlo a avanzar en silencio hasta la puerta de emergencias.

Cuando llegamos, de inmediato captamos la atención de unos enfermeros en la entrada, haciendo que tomen a Harry. 

Me quedo con Gemma tras de los hombres, quienes empezaron a hacerle preguntas a Harry mientras lo llevaban a un cuartito de emergencias a un lado de recepción. 

More than LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora