42. Illusion

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Sentía mi cabeza dar vueltas cuando despierto. Mis ojos pesaban, ¿Qué hora era? Debíamos ir a la cita con la doctora Kong esta tarde.

—Harry... —carraspeo abriendo lentamente los ojos.

Estiro mi mano hacia mi izquierda, donde siempre duerme él, pero no se encontraba ahí.

Paso saliva apoyándome en mis codos. Me sentía más liviana, pero algo cansada.

Mi mirada se enfoca en las sábanas blancas cubriéndome...

Pero si mis sábanas son celestes con rayas grises.

Mis ojos se abren en grande, despertando mi organismo de inmediato.

Esta no era mi cama.

Esta no era mi habitación.

Estaba sola.

Esto era un cuarto de hospital.

Me enderezco en mi sitio y con el corazón latiendome a mil por hora me siento rápidamente, examinando el lugar.

Veo mis manos: uñas despintadas, sin mis anillos, mi dedo índice tenía una pequeña maquinita de donde tomaban mi pulso. En el dorso de mi mano, una aguja incrustada. Mis ojos siguen aquel delgado y transparente tubito de plástico que venía con ella. Me estaban poniendo suero.

¿Qué carajos hago acá?

La habitación estaba vacía. Un sofá con una mochila que parecía ser de las que antes usaba mamá. Unas mantas bien dobladas, unos cajones, un televisor colgado en la pared se encontraba apagado y un armario con las puertas cerradas a un lado. En la esquina había una mesa cuadrada con tres sillas. Y sobre la madera, reposaban unas flores que parecían nuevas, al igual que unos cuadros con fotos antiguas de mí y mi familia.

¿Por qué usan fotos de hace años?

Decido que voy a ponerme de pie e investigar por mi propia cuenta donde rayos estaba. O más bien, por qué estaba en un hospital.

Pero cuando voy a hacerlo, la puerta del cuarto se abre, dejando a mis oídos llegar la voz de personas.

Mi vista captura de inmediato a mamá con unas bolsas. Su rostro se torna pálido, aquellas bolsas de plástico blancas se caen de sus manos, para luego llevarlas a su boca, cubriendo un jadeo de impresión.

—¡Sophia! —dice sorprendida.

Lucía diferente. Su cabello era más corto. Esa ropa es otro estilo, diablos, mamá, te doy bastante dinero mensualmente como para que te compres mejor ropa, eh...

Luego, tras de ella aparece Jessie... y Michael...

Santa mierda.

Ese no era Michael. Bueno sí era Michael, pero no Michael. Ese Michael era un puberto en desarrollo. Ese es mi hermano hace años, qué mierda le pasa a mi hermano y por qué tiene catorce años.

Mi cuerpo empieza a temblar y puedo escuchar a la máquina que controla mis latidos a mi lado, empezar a alterarse. No estoy entendiendo qué pasa.

—¿Mamá? —la llamo tímida. 

—Sophia, despertaste. —suelta en un suspiro que parecía un llanto contenido antes de acercarse a mí a paso rápido.

Mis pies me empujan hacia el respaldar de la camilla donde estaba, quería alejarme de ellos. No entendía,  no entendía, ¿Qué está pasando?

—Mike... —susurro en un temblor. Su cabello estaba pelirrojo. Su físico lucía como el de un jovencito... su rostro era el de un niño...

—Sophie... —Jessie habla por primera vez empezando a caminar hasta mí. Ella igual estaba pelirroja como hace años. ¿Por qué se tiñó el cabello de nuevo? ¡El rubio le quedaba bello!

More than LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora