Nunca, jamás, nadie además dela empresa, había visto un video predebut tuyo, y esto era por una evidente razón.
Se trataba de aquella canción en donde vestiste prendas demasiado coloridas y muy, pero muy, vergonzosas. Tu maquillaje tampoco estaba decente, eras una niña de catorce años y era lo mejor que habías podido hacer con tu poca experiencia.
Entonces, el trágico día llegó: Los chicos lograron verla.
Estabas tranquilamente en tu habitación y ellos simplemente irrumpieron con sonrisas divertidas y algunas perturbadoras.
Con un ceja alzada, dudaste de sus caras. Siempre que tenían esas sonrisas nada bueno sucedía.
—¡Nuestra querida T/N!— gritó JiMin mientras te abrazaba y te hacía sentarte obligatoriamente en tu cama.
Lo sacaste de un empujón y lo Miraste con desconfianza.
—¿Qué traman?— preguntaste.
Nadie respondió porque era más divertido mostrártelo.
Comenzó el vídeo y ya sabías de qué se trataba. Tu respiración se aceleró e intentaste por todos los medios detener la grabación, pero ya era tarde.
—Te ves tan tierna.— dijo TaeHyung apretando tus mejillas.
No estabas nada feliz.
—Bueno... Por lo menos eras una buena bailarina...
—¡Tu maquillaje!— gritó Jin riendo e interrumpiendo a Namjoon.
Entonces recordaste aquellas vergonzosas fotos de los chicos que, por una razón desconocida, tenías en tu propio ordenador.
La venganza iba a ser dulce.
...
—¡T/N!— exclamó Min.
Sonreiste, ya habían visto tu pequeña venganza.
—¿Qué hacen esas fotos pegadas por toda la casa?— preguntó Hoseok con miedo.
Tomaste tu teléfono y les mostraste las imágenes. Estaban aterrados y, al igual que tu, intentaron hacer que borraras esas fotografías.
Con actitud de mafiosa, giraste en tu silla y sonreiste abiertamente.
—Tengo un trato— alzaste la voz.— Ninguno va a exhibir esos videos al público, nunca.
Ni tenían opción, así que aceptaron.
Eso sí, aquellas fotos jamás se fueron de tu teléfono. Podrían servir para otra ocasión, además se veían adorables.
—Me alegró hacer tratos con ustedes, chicos.
Saliste de la sala.
—Ella es muy astuta.—susurró JungKook.
—¡Gracias!