•Capítulo 13: Hola, hermano•

19.6K 2.7K 920
                                    

¿Ya han pasado por ese incómodo silencio que consume el ambiente cuando están a solas con alguien a quien apenas conocen y no tienen la suficiente confianza como para iniciar una conversación y dejar su lado tímido de lado?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Ya han pasado por ese incómodo silencio que consume el ambiente cuando están a solas con alguien a quien apenas conocen y no tienen la suficiente confianza como para iniciar una conversación y dejar su lado tímido de lado?

¡Por Merlín! ¡Esto es tan incómodo!

Mis pasos —al igual que los de él— eran lentos, lo que en definitiva no ayudaba ni siquiera un poquitín. Pero, ¿qué se suponía que debía hacer? ¿Eh? ¿Adelantarme y dejarlo atrás? Eso sería muy estúpido de mi parte, ni siquiera sabía dónde vivía.

Traté de disimular y comencé a jugar con una pequeña piedra, dándole cortas patadas con mi pie. La pobre piedrecita se deslizaba sobre la acera seguramente preguntándose «¿qué sucede con esta loca y por qué demonios se desquita conmigo?»

En un mal movimiento, mi salvación de la incomodidad salió rodando hacia otro lado de la calle y la vi ser aplastada por un auto. Suspiré intranquila y mordí mi labio inferior, nerviosa. Decidí observar a los alrededores y fue allí cuando una inevitable sonrisita se posó sobre mis labios al divisar el lugar y caer en cuenta de que era muy familiar para mí... Al parecer no vivíamos muy lejos el uno del otro.

Ya era viernes e iba de camino a casa de Scott para poder realizar el trabajo que debíamos entregar la semana que venía. No había tenido buenas experiencias trabajando con otras personas. En realidad, sencillamente no había tenido buenas experiencias haciendo trabajos grupales, ni siquiera con mis amigos. Cada vez que nos juntábamos terminábamos haciendo cualquier otra cosa, menos el trabajo. O, en la mayoría de ocasiones, era yo la que hacía la mayor parte de éste.

—¿Todo bien, Emma? ¿Te sucede algo?

La voz del chico llegó a mis oídos y posé mis ojos en él. Scott me observaba atento, tirando suavemente de la correa de su mochila.

—Ah, sí... Sí —Balbuceé y luego sacudí la cabeza, regañándome en mi interior—. Lo siento, sí, todo bien.

—¿Alguna idea en mente sobre el trabajo?

Scott se estaba esmerando en sacar conversación, ya lo había hecho un par de veces durante todo nuestro trayecto también, sin embargo, no teníamos mucho de qué hablar y nuestras cortas pláticas terminaban igual de aplastadas que mi piedrecita.

—El arte no debe ser planeado, supongo —Respondí con una pequeña sonrisa, encogiéndome de hombros—. Sólo dejemos volar nuestra imaginación, de seguro sale algo genial.

Él asintió con lentitud y, nuevamente, el incómodo silencio volvió a hacerse presente entre nosotros, ¿debería preguntarle algo? ¿Cómo se supone que rompa esta inquietante tensión?

¡Yo amo el silencio!

—Te gusta leer, ¿no?

El alivio recorrió mi cuerpo cuando oí su voz. Una vez más, él había sido el encargado de mantener la plática.

The Library Of Our DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora