•Capítulo 21: ¿Qué haces aquí?•

19.9K 2.4K 1.9K
                                    

—¡Oh, vamos! Ahora tú eres el amargado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Oh, vamos! Ahora tú eres el amargado.

Me quejé, golpeando el hombro de Sebastián de manera divertida. El chico me observó con esos bonitos ojos azules y sonrió de lado, negando repetidamente. Hoy, como cada día, teníamos nuestra charla diaria en la biblioteca. Ya llevábamos aquí un par de horas, horas que sin duda pasaron muy rápido, ¿cómo era eso posible?

—Naranjita, te adoro, pero esos chistes son malísimos —Comentó él entre risas, a lo que yo carcajeé una vez más.

Estaba contando chistes, o eso creía yo, porque vamos, ¡eran muy malos!

—¿Emma?

Una tercera voz se nos unió, llamando la atención de ambos. Elevé la cabeza para observar al responsable y sonreí ligeramente al encontrarme con Scott frente a nosotros. Al verlo, Sebastián se levantó en un movimiento rápido, frunciendo las cejas con desagrado.

—Hermanito, no sabía que estarías aquí —Scott fingió sorpresa y luego posó sus verdes ojos en mí— ¡Hola, Emma!

—¡Hey! —Saludé, poniéndome de pie— ¿Qué te trae por aquí, Scotty?

—Sí, ¿qué haces aquí? —Preguntó Sebastián, cruzándose de brazos y enarcando una de sus cejas frente a su hermano.

¿Qué demonios está ocurriendo?

—Sólo quería conocer el lugar —Respondió el chico, encogiéndose de hombros— No es posible que en el tiempo que llevo viviendo aquí nunca haya venido, es muy bonito.

—Pues adelante, me parece genial —Le sonreí— ¿Quieres que te dé un pequeño recorrido?

A Scott pareció agradarle la idea, puesto que no dudó en asentir de inmediato con mucha emoción.

—Me encantaría —Aceptó.

—No —Interrumpió Sebastián, posando sus ojos en mí—. Mejor lo hago yo, de seguro tienes cosas más importantes que hacer.

—Si ella se ofreció es porque puede —Contraatacó Scott, entrecerrando los ojos—. ¿Tanto te molesta, Sebastián? Hoy amaneciste con un humor horrible.

Oh, Merlín.

—Bien... ¡tengo una idea genial! —Solté con falsa alegría para así alivianar el pesado ambiente— ¡Iremos los tres!

¿Acaso ellos están peleados?

Siempre quise un hermano para saber lo que se siente aquello.

Ambos aceptaron a regañadientes y comenzamos a caminar, adentrándonos en los enormes pasillos llenos de estantes y libros. Sonreí satisfecha al ver a Scott observar todo a su alrededor con asombro y encanto, ¡le estaba gustando!

—¿Qué sector es este? —Preguntó Scott de repente, deteniéndose frente a un estante.

—Fantasía, ¿acaso no sabes leer? —Respondió Sebastián, señalando el cartel colgado a mitad del pasillo.

The Library Of Our DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora