—Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.
Sebas, quien se encontraba sentado a la orilla de su cama, asintió apenas escuchó mi petición y se cubrió los ojos con ambas manos como un pequeño niño a la espera de algo. A pasos silenciosos me aproximé a su armario, sacando de una de las repisas la caja que había escondido allí. Una vez la tuve entre mis manos, volví hacia donde el ojiazul se encontraba y me posicioné frente a él, nerviosa.
—¿Ya puedo abrirlos? —preguntó él, ansioso.
—Un segundo —pedí, descansando la caja sobre su regazo. Tomé una profunda respiración antes de dejar escapar aquellas palabras de mi boca—: Ya, ahora, puedes hacerlo.
Sebas ni siquiera lo pensó, abrió los ojos de inmediato. Pude notar cómo una sonrisita se hacía presente en sus labios en cuanto observó la gran caja con listón azul. No tardó en desatar el nudo para luego abrirla, dejando la tapa a un lado.
—Eres muy dulce, Harvey —dijo, posando sus ojos en mí—. Muchas gracias, Naranjita.
Me fue imposible no sonreír.
—¿Qué esperas? ¡Mira lo que hay dentro! —lo animé—. Yo... —señalé la puerta, dando un paso hacia ella— Estaré abajo esperándote.
Justo en el instante en que mi mano tomó el picaporte para girarlo y salir, él me detuvo.
—Quédate —pidió, lo que me hizo volver a mirarlo— Por favor.
—Pero...
—Quiero abrir mi regalo contigo.
Rendida y sin mucha opción de protestar, volví hacia donde se encontraba y tomé asiento junto a él. ¡Merlín, estaba aterrada! No sabía si era solo yo, pero se me hacía muy incómodo tener que abrir un regalo frente a la persona que me lo había obsequiado, y peor aún ser la persona que se había encargado de regalárselo y ahora tener que ver su reacción. Me llenaba de miedo el simple hecho de imaginar que no le gustaría.
Las manos del chico se dirigieron a la caja e inclinó la cabeza hacia abajo, observando su interior. Poco a poco comenzó a mover las cosas que se encontraban dentro, analizándolo todo lleno de curiosidad.
Dios mío, debería ser ilegal verse tan lindo sin hacer nada.
Mis mejillas ardieron apenas sacó la primera cosa: una nota.
—Feliz cumpleaños al chico más bonito y fastidioso de este mundo. Disfruta tus regalos, tonto. Te adoro, eres el mejor —leyó, y sentí que mi rostro ya no podía más. Su mirada se dirigió a mí—. ¿Tú me quieres enamorar más?
—Basta —me quejé, dándole un golpecito en el hombro—. Mejor ve los regalos, anda.
Sebas empezó a desempacar todo el contenido de la caja y pude ver cómo sus ojos se llenaban de brillo a medida que lo hacía, lo que me hizo sentir satisfecha. Lo primero que sacó fue un libro que le había comprado; era el último de una saga que estaba leyendo y lo tenía enganchadísimo. Me comentó hace unas semanas que era el único que le faltaba para completarla, así que aproveché la oportunidad.
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The Library Of Our Dreams
Romansa«Los libros pueden unir más que corazones». Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...