•24 de diciembre•
Observé con orgullo la mesa que había preparado para ambas y sonreí, todo lucía precioso. No era por presumir, pero esta presentación era una de las mejores cosas que había hecho en mi vida. Mamá ya se encontraba instalada en su lugar y, al igual que yo, miraba los platos frente a ella con fascinación.
La música retumbaba armoniosamente por las paredes de la casa (ahora llena de decoraciones navideñas) y un muy feliz Dobby merodeaba por los alrededores moviendo su colita. El pequeñín llevaba puesto un suéter de lana con motivos navideños que Sebas había comprado para él, era de lo más adorable.
El día de hoy me ofrecí a preparar la cena de nochebuena para mamá y para mí, y debo admitir que quedó muchísimo mejor de lo que esperé. Al parecer mis ya no tan pésimas habilidades en la cocina estaban dando sus frutos.
Hacía un par de días la había acompañado a uno de sus chequeos en el hospital. El doctor dijo que tendría que mantenerse con la silla de ruedas por lo menos hasta mediados de enero, cuando tendría su próxima cita. Seguía doliéndome ver a mi madre en este estado, de una forma u otra, aún sentía esa sensación de culpa por lo sucedido... sentía que la había privado de todo aquello que a ella le gustaba hacer.
—¿Qué estás esperando? ¡Siéntate ya! La comida se enfría —su voz me hizo volver a la realidad e hice caso a su orden al instante—. Ensalada, pollo, papas, galletas, vino y refrescos... —señaló, observando la mesa— ¿Falta algo?
—No —entorné los ojos, divertida.
—Perfecto, pues hiciste un muy buen trabajo —me felicitó, contenta—. Ahora sí, ¡a comer!
La mujer se encargó de repartir el pollo en cada uno de nuestros platos mientras que yo servía los refrescos. Al terminar, mamá vertió un poco de vino en nuestras copas y levantó el brazo. Antes de poder imitarla, le di un rápido vistazo al reloj que colgaba en la pared.
9:30pm
—¿Un brindis? —ella me sonrió y yo asentí con lentitud—. Por nosotras, cariño... por todo lo que hemos vivido este año, por los buenos y malos momentos, por nuestros errores, por lo que aprendimos...
—Por nosotras —sonreí, chocando mi copa con la suya para pronto darle un trago al contenido.
Luego de aquel brindis, comenzamos a degustar lo que con tanto esfuerzo había preparado. La cena estuvo deliciosa para haber sido hecha solo por mí, todo se encontraba en su punto.
Desde la separación de mis padres nuestras navidades siempre habían sido así; solo mi madre y yo... y bueno, ahora Dobby, que hacía muy poquito se había integrado a la familia como nuevo miembro. Con mamá teníamos una rutina bastante específica para este día en particular; nos despertábamos temprano para terminar con los últimos retoques de decoración a la casa (porque sí, a ella le encantaba llenar el lugar de diversas cosas a último minuto), después íbamos de compras por nuestros bocadillos y el día transcurría con música por doquier hasta que llegara la hora de empezar a preparar la cena. Luego de comer y para cerrar la noche, venía nuestra anhelada maratón de películas... no podía pedir más, con mamá todo era divertido.
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The Library Of Our Dreams
Romance«Los libros pueden unir más que corazones». Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...