SEBASTIÁN
—¡Hola, bonito! ¿Cómo estás?
Apreté ligeramente los labios al oír la dulce voz femenina desde el otro lado del teléfono. Apegué el aparato a mi oreja y caminé en dirección a la cocina, recargándome contra la isla marmoleada que se encontraba al centro de ésta, junto a los taburetes.
—Hey, Mel —saludé—. Estoy muy bien, gracias, ¿qué tal tú?
—De maravilla.
Después de eso, un incómodo silencio comenzó a reinar entre nosotros. Tragué con fuerza, sin saber exactamente qué más decir.
—¿Sucede algo? —me atreví a preguntar.
—No... —respondió ella, dubitativa— Bueno, en realidad sí —admitió— Te llamaba porque quería preguntarte una cosa, ¿tienes planes para el viernes por la noche? Habrá una fiesta, será algo tranquilo, lo prometo.
¿Otra fiesta?
—Lo siento muchísimo, Mel, el viernes no puedo —me disculpé—. Saldré con Derek y James, ya tenemos planes para ese día.
Te estás volviendo un completo mentiroso, Sebastián Evans, ¿tanto te cuesta decir «no»?
—Por favor —rogó. Y no la vi, pero podía jurar que hacía un puchero— ¡Vamos, Sebas! Te juro que la pasaremos bien, ¿sí? ¿Por favorcito?
—De verdad, lo siento —murmuré, aclarando la garganta—. Será para la próxima.
—¿En serio? —ella suspiró, hablando con tono de tristeza— El otro día dijiste lo mismo y míranos ahora. ¡Por favor! La otra vez te invité a una y tampoco fuiste, le pedí a Derek que te llamara y me dijo que no contestabas.
Fue un viernes, el viernes que estuve con Emma.
—Ese día acompañé a James a su entrenamiento de básquetbol, ¿recuerdas?
—James no entrena básquetbol —carcajeó—. Eres un mal mentiroso, bonito, pero lo dejé pasar por esa vez, eh.
Mierda.
—¡Hermano, Scott perdió! ¡Es tu turno de jugar o tomaré tu lugar, date prisa!
La voz de Derek proveniente desde la sala me hizo soltar un inevitable suspiro de alivio. Salí de la cocina y me asomé hacia donde se encontraban ellos, tratando de pedir ayuda con la mirada.
—Mel, tengo que dejarte, los chicos me esperan.
—¡Puedes ir con Derek y James también! —me animó— Será divertido, sólo es una fiesta. Vamos, Sebas, ¿qué dices?
Hice una mueca, planteándome cómo es que podía negarme a su invitación sin sonar grosero. De repente, un apresurado James se me acercó y me arrebató el teléfono de las manos, activando el altavoz.
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The Library Of Our Dreams
Romance«Los libros pueden unir más que corazones». Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...