«Los libros pueden unir más que corazones».
Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SEBASTIÁN
—¡Nuestro Sebas ya tiene novia!
Aceleré mis pasos a lo largo del pasillo al oír la voz de James y rodé los ojos, negando. El ruloso hablaba lleno de emoción y Derek lo acompañaba a su lado con pequeñas risas.
La semana se me estaba haciendo eterna y agotadora, parecía nunca querer terminar. Además, ya me sentía con una nueva presión encima de la cual no había dejado de pensar ni un solo día y aquello me estaba agobiando: la universidad.
Crecer no está siendo tan bonito como creía cuando era un niño.
—Sabíamos que lo lograrías, hermano, siempre confiamos en ti —Derek revolvió mi cabello—. Ya ha pasado más de una semana, pero aún no podemos creerlo, ¡es asombroso!
—Ya déjenme —reí, dándoles un empujoncito a ambos— ¿Tan poca fe me tenían?
—Bueno... —musitó el moreno.
—¿Para qué estamos con cosas? —James me sonrió con inocencia, ganándose una mala mirada de mi parte— ¡Lo siento! A veces entras en tu faceta tímida y no existe nadie que te saque de allí.
—Pero qué amigos, eh.
Continuamos caminando, dirigiéndonos a la sala de clases. Antes de entrar, James nos detuvo de golpe y asomó la cabeza, observando analizante todo al interior. Le lancé una mirada confusa a Derek, a lo que él se encogió de hombros, igual de confundido que yo.
—Puedes estar tranquilo —habló el ruloso, volviéndose hacia nosotros— No hay rastros de la loca acosadora, al parecer no vino hoy.
—James —le regañé, adentrándome con ellos al salón— No utilices loca como insulto.
—Bueno, pero está obsesionada contigo —se defendió— ¡Y vamos! No puedes negarlo, sí está algo loca, ¿qué digo loca? Loquísima.
Suspiré.
La «loca acosadora» era Melanie, así la llamaba James. Sabía que lo hacía a modo de broma, pero no se me hacía divertido, estaba seguro de que ella se encontraba totalmente cuerda. Derek tomó asiento junto a mí y James se sentó frente a nosotros, girándose casi de inmediato para continuar con nuestra conversación.
—¿De verdad ha estado enviándote mensajes todo el tiempo? —preguntó Derek de repente.
—Sí... —asentí, pasándome las manos por el rostro— Hace unos días estaba con Emma y ella comenzó a escribirme, me invitó a su casa y dijo algo que sí me fastidió mucho —hice una mueca—. No quiero que las cosas se malinterpreten, mucho menos que mi pequeña salga lastimada.
—¿Y qué hiciste? —cuestionó el ruloso, elevando ambas cejas— Supongo que le dijiste que estabas con tu novia, ¿no? ¿Le pusiste límites? ¿Se lo comentaste a Emma? —negué ante sus palabras, sintiéndome completamente estúpido— ¡Sebastián!