•Capítulo 52: El asalto•

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•Un mes después•

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•Un mes después•

Un mes... un mes y seguía doliendo exactamente igual que esa jodida noche.

Comenzaba a perder la esperanza. Aunque no quisiera, comenzaba a pensar que Sebastián se había inventado todo ese cuento de no recordar y que lo que me llevaba diciendo durante este tiempo habían sido solo tontas excusas para perdonarlo. Comenzaba a creerme de verdad las palabras que esa chica me había escrito aquel viernes, y dolía demasiado, porque ya no existía día en que no me mirase al espejo y me quedara observando mi reflejo con la esperanza de encontrar algo en mí que resaltara... algo que me hiciera bonita. Comenzaba a replantearme en si lo correcto sería reunirme con él para terminar con esto de una vez por todas, porque ya no podía más y necesitaba seguir adelante.

Y lo haría. Lo haría sola, porque me elegía a mí.

Me rehusaba a seguir sufriendo por esto. Era consciente de que las relaciones no eran para siempre, sabía que existía la posibilidad de que en algún momento lo nuestro terminara. Lo sabía, y quizá la hora de hacerlo oficial ya había llegado. Tal vez los adultos tenían razón; el primer amor solo es una etapa, es una cosa de jóvenes que tarde o temprano debe llegar a su fin.

Suspiré.

¿Qué había ocurrido la tarde en la que estuve con James y Derek y de repente apareció mamá acompañada de Sebastián? Actué.

Actué horrible, pero se intentó.

El pobre gatito casi se me cayó de los brazos cuando me encontré con Sebastián frente a mí. Para mi suerte, Derek y James me ayudaron a improvisar y escapar de esa incómoda situación antes de que mi madre se diera cuenta y empezara a bombardearme de preguntas frente a ellos. Los chicos solo sonrieron ampliamente hacia ambos y luego me tiraron del brazo, llevándome hacia el parque más cercano sin siquiera darle tiempo a Sebastián y mamá de decir algo.

Pero no era tonta, engañar a Alice Harvey era difícil. Por supuesto, ella ya sabía que algo andaba mal entre nosotros. Ese mismo día, cuando me los encontré y después regresé a casa, le comenté que habíamos tenido una discusión, pero no le di muchos detalles y lo dejé como algo sin importancia. Ella me dijo que debía escucharlo y tal vez darle una oportunidad, que era completamente normal a veces tener estos bajos en las relaciones y que no me preocupase, porque todo se solucionaría.

Ojalá fuera así de sencillo.

Ahora me encontraba en casa preparando galletas junto a Lucas. Me fue imposible no sonreír al ver su cara de embobado mientras me contaba de aquel muchacho con el que se había estado viendo, era de lo más adorable.

—¿De verdad te dijo eso? —pregunté, soltando una risita mientras cortaba la masa.

—Sí —sonrió orgulloso, imitándome—. Golpéame, estoy más que enamorado.

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