•Especial San Valentín•
—¡Wuuu, eso es! ¡Arriba la soltería!
Los gritos de Oliv me hicieron fruncir las cejas y tras unos pocos segundos en los que intenté mantenerme seria reí por lo bajo, negando con mi cabeza a modo de desaprobación. La rubia me sonrió con inocencia mientras hacía un bailecito raro en medio de mi habitación, de esos que ella tanto disfrutaba hacer.
Mi amiga estaba loca, y me encantaba.
—Olivia Brown, tú no estás soltera —le reprendí.
—¡Bu! ¡Aburrida! —ella bufó, dejando de bailar para acercarse a mí— Solo quería darle dramatismo y ponerme en tu lugar para que no te sintieras tan sola, ¿verdad que soy buena amiga?
—Pues eso no está ayudando mucho —me sinceré, un tanto desanimada.
—Bueno, ¿y si mejor ponemos Enchanted de Taylor Swift? —sugirió.
La miré de mala gana.
—Brown, eso ayuda menos —le lancé una almohada— Además, ¡yo ni siquiera estoy soltera, boba! Ni yo la estoy sufriendo tanto como tú.
Quedaban exactamente dos días para el catorce de febrero y mis ánimos estaban por el piso por una sola razón: no podría ver a Sebas. Sí, antes de conocerlo odiaba todo este tipo de cosas cursis y era la fan número uno del club de las personas que detestaban San Valentín. ¡Vamos! ¿Cómo no hacerlo? Era horrible esa sensación de ver a todo el mundo con pareja cuando yo y apenas había dado mi primer beso. Me sentía sola, e insuficiente, aún cuando tenía bastante claro que mi felicidad no debía depender de ningún hombre. De ninguna persona, de hecho. Me preguntaba por qué nadie se fijaba en mí, qué era lo que estaba mal conmigo, por qué nunca le había gustado a alguien de verdad.
Aún así, me era inevitable no sentirme mal cuando salía a las calles y veía a todo el mundo feliz con su pareja, chocolates, y un enorme ramo de preciosas flores. Yo también quería sentirlo, aunque tuviera miedo. Yo también quería experimentar ese sentimiento desconocido que llamaban enamorarse.
Fingía que no me importaba y que igual podía pasarla bien aferrándome al montón de libros que tenía por leer para no sentirme tan solita, una maratón de películas de comedia romántica y citas inexistentes con personajes literarios.
Y bueno, con eso no podía quejarme, sí se sentía genial.
—¡Vamos, Emma! ¡Arriba ese ánimo! —me alentó Oliv— Lo verás en dos semanas más, el tiempo pasa volando.
—Lo dices porque tú puedes ver a Scott todos los días, no lo entiendes —protesté con un puchero, recostándome sobre mi cama para abrazar mi almohada y cerrar los ojos.
De pronto el sonido de la puerta de mi habitación abriéndose se hizo presente, sin embargo, no levanté la cabeza porque sabía muy bien quién era el responsable de aquello.
—No dejaré a mi enana morir de tristeza a la espera de su novio a cientos, miles, millones de kilómetros de ella.
—¡Josh! —lo regañó la rubia.
—Bueno... no a taaantos kilómetros, ¿acaso no entiendes la ironía? —suspiró con dramatismo y sentí su peso a mi lado—. Hermanita, arriba el ánimo. ¡Pueden hacer videollamada!
Le di un manotazo a Josh en el brazo y tras eso lo abracé con fuerza. Él rio un poco y elevó ambas cejas, juzgando sin necesidad de una sola palabra mis cambios de actitud. Lucía confundido.
—No se arregla con una simple videollamada, eso me dolió, tonto —me excusé— Y el abrazo es por el intento.
—Bueno, perdón —suspiró—. Adivina qué tengo para ti, te subirá el ánimo.
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The Library Of Our Dreams
Romance«Los libros pueden unir más que corazones». Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...