•Capítulo 15: La cena•

20.6K 2.7K 2.6K
                                    

•6 de abril•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•6 de abril•

¡Emma! ¡Abre la puerta!

Respira, respira, respira.

Observé mi aspecto frente al espejo una vez más y suspiré, ladeando la cabeza, todavía no muy convencida acerca de lo que llevaba puesto. Luego de analizar la situación durante unos segundos, acepté que sí, me sentía cómoda y bonita.

—¡Emma! ¡Por favor, baja ya! ¡No dejes al pobre de Sebastián congelándose afuera!

Solté un pequeño bufido al oír nuevamente el grito de mamá y me di un último vistazo antes de salir de mi habitación, satisfecha. Poco a poco fui bajando los escalones, cuidando cada uno de mis temblorosos pasos debido a los nervios que me consumían. Cuando por fin hice contacto con la primera planta, tomé un profundo respiro y me acerqué a la gran puerta de madera frente a mí.

¡Hola, Emma! Soy tu hermosa y sensual conciencia. No estás lista psicológicamente, cielito, ¡no abras la puerta!

Oh, pero qué bonito.

Con lentitud, puse mi mano sobre el picaporte de la puerta y mordí mi labio inferior inconscientemente, cerrando los ojos con fuerza.

Tú puedes, ¡ábrela!

Sabes que no.

—Hey.

Me quedé sin palabras al observar al chico frente a mí. Sí, por supuesto que sí, había abierto la puerta de la manera menos delicada posible y Sebastián Evans me miraba divertido, seguramente burlándose de mí. El chico me regaló una sonrisa y luego se me acercó, dejando un cálido beso sobre mi mejilla.

Caray, como que de repente hace calor.

—Hola... —saludé, suplicándole a todos los Dioses para no comenzar a tartamudear. Me hice a un lado y le devolví la sonrisa, inclinando la cabeza—. Adelante.

Sebastián entró a pasos lentos, observando curioso todo el lugar a su alrededor. Cerré la puerta detrás de mí y tragué con fuerza, ¿por qué carajos estaba tan nerviosa? ¿Por qué de repente las piernas me comenzaban a temblar?

—¡Sebas, cariño! ¡Qué bueno que viniste! —mamá hizo su alegre aparición y se acercó a él, dándole un abrazo como forma de saludo― Aún faltan un par de minutos para que la cena esté lista.

—Gracias por la invitación, señora Harvey —el chico le sonrió—. No se preocupe, ¿desea que la ayude en algo?

Y cuando creí que el condenado no podía ser más perfecto, me sale con esto.

—Tranquilo, no te preocupes —respondió la mujer, guiñándonos un ojo a ambos— ¡Ya vuelvo!

¿Saben? Aún es una buena opción fingir mi muerte ahogándome con saliva.

The Library Of Our DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora