Tuve que obligar a mis piernas a moverse en cuanto escuché la voz de mamá cada vez más molesta. Me quedé quieta durante unos segundos mientras mi cerebro hacía su mayor esfuerzo por procesar con rapidez las palabras que salían de su boca. Las manos comenzaron a sudarme y no fue hasta que el volumen de su voz aumentó que finalmente pude salir de mi trance.
—No vuelvas a llamar, ¿entendido?
El tono tan firme con el que soltó aquellas palabras me causó un escalofrío, jamás la había oído así de enojada. Entendí al instante que su conversación estaba a punto terminar, así que de inmediato emprendí mis pasos hacia la planta principal, tratando de hacer el menor ruido posible.
Un suspiro de alivio escapó de mis labios cuando cerré la puerta de la bodega y me encontré con Sebastián frente a mí. Rápidamente tiré de su mano con la intención de alejarlo de allí, de lo contrario, seríamos descubiertos.
—Ven.
—¿Qué pasó? —preguntó él sin moverse— ¿Está ahí?
Asentí.
—Sí, ahora vámonos, por favor.
—¿Te encuentras bien?
—Sebas, por favor —pedí en un susurro, tirando de su mano una vez más—. Luego te explico, tenemos que alejarnos ya.
—Pero—
—¿Cariño?
Me quedé inmóvil en mi lugar cuando divisé la puerta siendo abierta y a mamá asomándose para quedar junto a nosotros. Ella nos regaló una sonrisa despreocupada a ambos, de esas que siempre lograban hacerte creer que todo estaba bien.
—Hola —fingí mi mejor sonrisa— Te estaba buscando, justo iba a bajar.
—Buenas tardes, señora Harvey.
—Sebas —ella le sonrió como saludo para después dirigir su mirada a mí—. Tranquila, estaba reponiendo y ordenando los libros que te dije.
Asentí con lentitud ante sus palabras, sintiendo una fuerte punzada en el pecho. Muy en el fondo, una parte de mí esperaba a que me llamase para contarme lo que había sucedido, pero no se veía con intenciones de hacerlo.
Le di un suave apretón a la mano de Sebas como señal. El chico pareció entender al instante que algo ocurría y que no quería estar ahí, así que carraspeó la garganta y se preparó para hablar, llamando la atención de la mujer.
—Bueno, señora Harvey, fue un gusto verla hoy —Interpuso él— ¿Le importa si me robo un par de horas a su hija? Mañana no podremos vernos y me gustaría conversar algunas cosas con ella.
Mamá sonrió al oírlo, divertida.
—Está bien, vayan —nos señaló a ambos, entrecerrando los ojos—. Ya conocen las reglas, eh. Confío en ustedes.
ESTÁS LEYENDO
The Library Of Our Dreams
Romance«Los libros pueden unir más que corazones». Emma Harvey ha vivido rodeada de libros desde muy pequeña, de allí su gran afición y amor por la lectura. Es una adolescente sencilla que, como cualquier otra persona en este mundo, está trabajando por enc...