•Capítulo 18: ¿Eso es bueno?•

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He estado evitando a Sebastián Evans durante toda la semana

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He estado evitando a Sebastián Evans durante toda la semana.

Quizá sea de las cosas más estúpidas que he hecho en días, semanas, meses e incluso años, pero me rehusaba a tenerlo cerca. Llegó un punto en que ya no pude controlar los nervios que sentía al estar junto a él y preferí alejarme por un tiempo para aclarar lo que realmente estaba experimentando. Tal vez sólo me encontraba un poco confundida, pero de no ser así, comenzaba a sentir algo mucho más fuerte que una simple amistad por ese chico.

Y no quiero.

Por Merlín, ¡por supuesto que no quería! Tenía asuntos más importantes y serios en los que debía centrarme. Necesitaba finalizar el año con un promedio excelente para tener la posibilidad de acceder a una buena universidad y obtener una beca. No quería distracciones, no quería ilusionarme y mucho menos terminar con el corazón roto.

En fin, ¡el día de hoy había sido tan loco! Llegué más temprano de lo habitual a clases, hice un raro intento de comer saludable, me hice amiga de un perro, mamá me regañó en la mañana por haberme quedado leyendo hasta tarde sin los lentes de descanso puestos, ¿cómo lo descubrió? Me pilló leyendo a las tres de la madrugada.

Dice que quedaré ciega.

Dice que estoy loca por fantasear con los personajes de mis libros.

¡Claro que no!

―¿Seguirás evitándome como lo has hecho durante toda la semana o te dignarás a hablarme por fin, Harvey?

Mi cuerpo se tensó al oír aquella voz detrás de mí y giré, aún con el plumero en mano debido a que sacudía el polvo que descansaba sobre los estantes. Entreabrí la boca para hablar, pero no encontré las palabras correctas para hacerlo, así que me detuve. Sebastián me observaba con curiosidad, de brazos cruzados y con las cejas ligeramente fruncidas.

¿Ya ven? A esto me refiero, actúo más estúpida de lo habitual.

─Hola ─saludé, tragando con fuerza─. Perdón, no sé de qué hablas, ¿conversamos después? Estoy muy ocupada ahora.

Sentí su mano tirar de la mía apenas di un paso para alejarme y me acercó a él, provocando que quedásemos frente a frente. Retrocedí un par de pasos a causa de la poca distancia que nos separaba y comencé a jugar con mis dedos en un acto nervioso.

―¿Hice algo malo? ―cuestionó en voz baja― ¿Dije algo? ¿Estás enfadada conmigo?

─Escucha...

─La respuesta es simple, Emma, sí o no ─me interrumpió─ Te dejaré tranquila y me iré si así lo quieres, ¿bien? Pero sea lo que sea que haya hecho, perdón.

Demonios, es muy lindo.

─No estoy enfadada contigo, Sebastián ─respondí, regalándole una pequeña sonrisa para tranquilizarlo─. Son cosas mías, no tienes nada que ver con esto, tranquilo.

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