•Capítulo 29: Algo más que dulces palabras•

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—¡Hey, ya suéltenme! ¡Ayuda!

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—¡Hey, ya suéltenme! ¡Ayuda!

Pataleé, dejando golpecitos desesperados en la espalda de Josh para que me dejase. El castaño me tenía cargada sobre su hombro como si fuese un saco de papas, ¡sí! ¡Un saco de papas! Por otro lado, Oliv y Addy intentaban sujetarme de los brazos y piernas, impidiéndome poder escapar.

—¡Josh Valentín Moore! —chillé— ¡Bájame ahora mismo o juro que te dejaré sin hijos!

Y entonces, él me soltó.

—¡Auch! —me quejé, sobándome el trasero debido al golpe— ¡Josh!

—¿Qué? ¡No quería quedarme sin hijos! Alguien tiene que obtener estos hermosos genes —Intentó excusarse—. Además, tú me lo pediste.

Oh, Merlín.

—¡Qué escandalosa eres! —exclamó Addy, ayudándome a ponerme de pie— Cualquiera que te escuchase diría que te estábamos secuestrando, sólo te trajimos a tu habitación.

—¿No podían ser normales y simplemente decirme que caminara hasta aquí? —les lancé una mala mirada, cruzándome de brazos.

—Le quitas lo divertido a la vida, Emma —Oliv carcajeó—. Bien, al punto. ¿Te duchaste hoy?

—¡Claro que sí!

—Perfecto, porque ya no tenemos tiempo —añadió esta vez Addy, soltando un suspiro de alivio.

—¿Qué? —pregunté.

—Que ya no tenemos tiempo, sorda —me respondió Josh.

¿Saldríamos? ¿A dónde?

No entiendo nada.

Caminé en dirección a mi cama y me dejé caer allí de espaldas, rendida. Analicé atenta todos y cada uno de los movimientos de mis amigos; Addy desempacaba algo de su bolso, Josh estaba recostado sobre la alfombra y Oliv movía la ropa dentro de mi armario de un lado a otro, poniéndome aún más nerviosa.

—Emmita, ¿recuerdas ese vestido bonito que ocupaste a principio de año? —canturreó la rubia, mirando algunas prendas.

Dios, esto no saldrá bien.

Emma, mi vida —habló ahora Addy con ese tonito divertido, señalando la silla frente a mi espejo—. Un poco de maquillaje no le hace mal a nadie, ven aquí.

No, no y no.

—¿Qué? —me incorporé sobre la cama, aterrada— ¡Soy alérgica al maquillaje!

—¡Por supuesto que no! —Interrumpió el castaño, quien miraba la escena desde el suelo, burlón.

Suspiré.

—¿Quieren explicarme qué demonios ocurre? ¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa —Addy se me acercó— Ahora, ven aquí —tiró de mi mano, obligándome a sentarme en la silla.

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