- ¿No serás tú... Natalia Lacunza, no? -saludó Marta nada más verla aparecer.
- Disculpa, ¿te conozco? -siguió la broma la cantante.
Ambas se sonrieron con cariño, se chocaron los puños y Natalia se recostó, como siempre, en la mesa de la recepcionista.
- ¿Cómo va la vida sin la escayola?
- La vida mejor, Martuka. ¿Estás preparada para darlo todo esta noche? -hizo un movimiento con los brazos y la cadera a modo de perreo que no le pegaba nada.
- Siento comunicarte que no vas a poder seguirnos el ritmo, joven padawan. Nuestros estómagos están hechos de la misma pasta que la de los estibadores rusos.
- Bueno, yo seguro que doblo a la primera de cambio, pero con María y con África lo vais a tener jodido. Son invencibles.
- Oye, tú tampoco lo haces mal. El otro día soportaste las rondas de cervezas como una campeona. Pensaba que eras más flojita, Lacunza. Te respeto -levantó el pulgar con solemnidad y Natalia rió.
- Entonces..., ¿me porté bien? -preguntó ahora sí, con cierta timidez. Ya tardaba.
- Estás a un par de quedadas más de que te metamos al grupo de WhatsApp. No sé por qué estabas tan nerviosa si molas un puñao'. Te vendes muy mal -le reprochó.
- No me ilusiones con lo del grupo, Marta, que tengo el corazón blandito y me lo rompes -puso un puchero.
- Más mona y explotas, tía.
- Sí, muy mona y todo lo que tú quieras, pero esta noche... ¡yo lo que quiero es perreo! -cantó la canción de Bad Bunny y se puso a bailar como antes, flexionando un poco las rodillas y moviendo el culo arriba y abajo.
Marta se puso una mano en la boca para ocultar su risa escandalosa y miró algo por encima del hombro de Natalia. No necesitó girarse para saber quién estaba detrás. Mierda.
Se volvió a poner recta con toda la dignidad de que fue capaz, con la cara muy seria y muy colorada. Lentamente se dio la vuelta para encararse, efectivamente, con Alba Reche, que levantaba poco a poco la vista hasta su cara, con una ceja tan elevada que se perdía entre su flequillo y mordiéndose los labios para no reír.
- Me estabas mirando el culo, Reche -se indignó Natalia, intentando sacar orgullo de donde no había.
- No, perdona, él me estaba mirando a mí.
Natalia se puso una mano en la cara de puro bochorno y, cuando escuchó a las otras dos romper en carcajadas, las acompañó, liberando un poco de esa tensión que le había invadido.
- Perdona, Alba, no está bien hacer eso en tu recepción -parecía una niña pequeña aguantando la bronca de su madre.
- No pasa nada, mujer, que esto no es una biblioteca -le quitó importancia la rubia, que estaba encantada con el espectáculo que había presenciado. Madre mía cómo mueve esta persona las caderas... Ay, que me da la tos.
- Estábamos hablando de esta noche y se nos ha venido arriba la niña -aquí estaba el cable de Marta.
- Anda, tira, reguetonera -se rió Alba mientras caminaba hacia el pasillo.
Natalia se despidió de Marta, que seguía roja de risa, y fue detrás con más vergüenza que otra cosa. Menuda pillada.
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La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...