Lo que iba a ser una tranquila cena de preinauguración terminó por ser prácticamente una rave. Terminaron subiéndose en las mesas para bailar, descolgaron algunas tiras de luces para hacer con ellas un árbol de Navidad en torno al cuerpo de Marta y la noche casi acaba en tragedia al caer Julia, en una apertura perfecta de piernas, cuando salían a buscar los taxis.
- ¡Dolor de chumi sin haber follao, por qué, señor, por qué!
Había gritado, levantando, lastimera, los brazos hacia el cielo.
Natalia cabeceaba de un lado al otro recordando la noche anterior. Estaba absolutamente drogada a base de ibuprofeno para contener la resaca mientras se disponía a recoger los restos del huracán que eran sus amigas cuando se venían arriba. No había gran cosa, pero tenía que dejar el lugar desierto, pues al día siguiente comenzaban las obras y no era cuestión de ir esquivando vasos rotos y botellas de ron por el suelo. Aprovechó para poner algo de música en el equipo de Pablo.
Subió una storie mientras sonaba esa canción, en la parte que decía Hoy será un día de mierda y toda la culpa será mía, hoy será un día de mierda, estoy tan cansado que ni puedo llorar, grabando el desastre en que había quedado reducida la fiesta.
Tenía un par de horas por delante, mínimo, para sacar basura y llenar de todo lo que había sobrado la ranchera que se había comprado unas semanas atrás, pues imaginaba que iba a necesitar algo que facilitara el transporte para su nueva aventura discográfica.
A pesar de que el día pintaba poco alentador, se veía aliviado por los recuerdos de la noche anterior. Apenas había vuelto a hablar a solas con Alba, ya que prefería darle algo de espacio: no quería abusar demasiado de su atención. Sin embargo, no tuvo problema alguno en dejar sus ojos posados sobre ella cada vez que lo consideró oportuno, y fue muy refrescante comprobar que, alguna que otra vez, los de la rubia también andaban puestos en ella. Se sonreían y desviaban la mirada hasta el siguiente encuentro. No eran miradas descaradas, ni llenas de pasión, de deseo, de uhm mamá, sino que más bien eran comprobaciones aleatorias sobre la posición de la otra. Mero trámite burocrático.
Un par de veces tuvo que morderse los nudillos al ver al técnico de luces rondarla, sacarla a bailar, ofrecerse a rellenar su copa y comérsela con los ojos, el muy cretino. Despedido. Bueno, no, pero ganas no le faltaban. Lo que en realidad le jodía de todo el asunto era no poder ser ella la que revoloteara como un pavo real a su alrededor, buscando llamar su atención, ser la impulsora de sus risas, de sus pestañeos. Se hubiera cagado en todo lo cagable si no hubiera visto la mirada de desidia pura de la rubia cuando este volvía a pulular cerca de ella.
Una respiraba, sinceramente, mucho más tranquila tras eso.
Pero bueno, Natalia se quedaba con lo que le concernía a ella, y eran esas miradas breves, como pisadas de gnomo en la nieve, ligeras, como si no fueran nada, cada vez que barría el sitio en busca de su escueta figura. La miraban a ella y basta, y eso era más que suficiente para que su día de mierda de resaca y limpieza fuera un poquito menos malo.
Cuando terminó, cerca de la hora de cenar, miró el móvil antes de subir a la ranchera. Una notificación de la rubia.
<Alba.Reche ha añadido contenido a su historia>
Una canción de los Planetas. Un buen día se llamaba. Me he despertado casi a las diez y me he quedado en la cama más de tres cuartos de hora. Ha merecido la pena.
ESTÁS LEYENDO
La sala de los menesteres
أدب الهواةAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...