Capítulo 58. La última.

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- ¡Vas genial, Natalia! -le dijo dando un pequeño aplauso mientras la morena dejaba la guitarra a un lado y salía del trance en el que había tenido que obligarse a entrar. 


La discusión forzada con Alba le había servido para tener material que le pusiera en el mood melancólico: el miedo a perderla, la decepción de sus ojos ante su actitud de mierda... Una parte se arrepentía de manera genuina por su juego sucio, pero otra, que cada vez pesaba más al ir desvaneciéndose la culpabilidad, se alegraba de haber sido capaz de encontrar un hilo del que tirar. Al fin y al cabo la sangre no había llegado al río y ella, a tres días del comienzo de la gira, estaba mucho más tranquila y contenta con su interpretación. A veces el fin justifica los medios. 


- He encontrado un truco infalible -contestó con una sonrisa antes de dar un largo trago de agua. 

- ¿Cuál? 

- Me imagino que Alba me ha dejado. 

- Pues funciona que te cagas. ¿Estáis bien? -Anna notaba cierta amargura en el tono de su amiga que no sabía dónde ubicar. 

- Mejor que nunca -la tranquilizó con una enorme sonrisa-. El domingo conocí a su madre. 

- Bueno, bueno, bueno, la cosa va en serio -se mofó dándole un golpe en el brazo. 

- Muy en serio. Creo... -la miró, sopesando la idea de abrirle una rendija por la que asomarse. Decidió que sí-, creo que podría ser ella


Anna ascendió las comisuras de sus labios lentamente mientras la idea que la cantante había generado en su cerebro iba tomando forma, dejando de ser humo volátil para convertirse en una realidad hermosa. Se notaba el amor, ese tipo de amor, que había entre ellas, uno definitivo y contundente, de los que no puedes ignorar, de los que tienes que detenerte a mirar sin pudor porque es tan real que casi puedes delinearlo con los dedos. A poca gente conocía que tuviera ese tipo de relación, tan franca e inevitable, pero esas dos chicas, desde luego, la tenían. A veces el mundo, simplemente, funciona. 


- Qué bonito, joder. 

- ¿Ahora entiendes que me cueste tanto meterme en la piel de alguien profundamente triste? -movió las cejas con picardía. 

- Coño que si lo entiendo, sobre todo ahora que estás en la nube de los principios. Dentro de un tiempo, si todo sigue bien entre vosotras, verás como esa sensación de euforia constante te deja hueco para otro tipo de sentimientos y podrás ser una intensa otra vez. 

- Es que a lo mejor ya no quiero ser ese tipo de cantante -se rascó la nuca. No dejaba de darle vueltas al tema de hacia dónde dirigir su carrera musical. 

- No es algo que tengas que decidir ahora, cuando te pongas a componer ya se verá lo que va saliendo. 

- No he compuesto nada en tres meses. Bueno -se quedó pensativa-, solo una cosa. 

- Es un comienzo. 

- No he vuelto a intentarlo. Me frustro mucho. 

- Tienes una gira de varios meses, dedícate a disfrutar de tu momento de felicidad sin pensar en nada más, el resto vendrá solo cuando tenga que venir. 

- Soy muy impaciente -se justificó con una sonrisa de inocencia. 

- Pues tendrás que relajarte, no hagas difícil lo fácil, que me tienes harta. 

- Sí, mamá -la miró con gratitud, con cariño-. Me gustaría que vinieras como invitada mía al concierto, pero con la tontería esa de que tu novia también toque me he quedado con las ganas. 

La sala de los menesteresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora