Capítulo 38. Fisios y cantantas.

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María estaba a punto de desmayarse. Había llegado la primera, cosa inusual donde las haya, al bar en el que había quedado con sus amigas. Se bebió la caña de medio trago y pidió otra: tenía la garganta como el esparto. No es que pensara que Natalia les fuera a liar el pollo del siglo por haber hecho un grupo. Gracia no le iba a hacer, eso lo tenía claro, pero lo que en realidad le preocupaba era que volviera a cerrarse en banda con ellas. Ya se había acostumbrado a la Natalia abierta y cercana, no echaba en absoluto de menos a la que había que sacarle las cosas con cucharón. 

Apareció África, también antes de tiempo aunque algo más tarde que ella. Iba con la cara pálida como el papel, cosa complicada en ella por su tono de piel, pero así estaban ante lo que podrían esperar de Natalia. 


- Hola. 

- Hola. 

- Me hago caca. 

- Y yo. 

- ¿Has hablado con las chicas? 

- Ellas han quedado más tarde porque Alba y Marta salían a las ocho de trabajar. 

- Encima las primeras en la línea de fuego. Maravilloso. 


Volvieron a guardar silencio. Bebían y miraban a todas partes esperando a su amiga. A los diez minutos la vieron aparecer con una sonrisa. Las dos chicas se miraron y soltaron todo el aire de sus pulmones. Al menos no parecía enfadada. Había esperanza para sus almas pecadoras. 


*Afri*

EL RUISEÑOR HA ATERRIZADO EN EL NIDO

REPITO

EL RUISEÑOR HA ATERRIZADO EN EL NIDO

*Julia*

Por aquí no hay piojos en la costa

Cambio y corto


- Qué pasa, babys, ¿cómo estamos? -les dio un beso a cada una, se sentó e hizo una seña al camarero para que les trajera una ronda. 

- Pues mira, aquí, tranquilitas, ¿y tú? -preguntó María intentando sonar despreocupada. 

- Muy bien, ya sabes, disfrutando de la noche madrileña. Hace calor, ¿no?

- Mucho calor -dijo Afri asintiendo muy rápido-, a guardar los chándals. 

- A perder -contestó Natalia dando un trago a su cerveza. 




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- Quedan cinco minutos para la hora -Julia movía la pierna inquieta de arriba a abajo. 

- Ya vale, que me pones nerviosa a mí -Sabela puso una mano en su rodilla. 

- ¿Han vuelto a decir algo en el grupo? Nos vendría muy bien saber la que se nos viene. 

- Igual no es nada y estamos dramando innecesariamente. 

- Mi coño, Sabela. Mi coño moreno. 

- Qué bien habla mi chica. Por ahí vienen. 


Julia dirigió la vista a sus dos amigas, que iban hablando tranquilamente. Marta parecía entera, sin amputaciones, buena señal. 

La sala de los menesteresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora