Capítulo 77. Voy a salir a buscarte.

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- ¡MARÍA, O LO HACES TÚ O LO HAGO YO! -dijo fuera de sí, con la mano apoyada en el marco de la puerta. 

- ¿PERO TÚ ESTÁS ENFERMA DE LA CABEZA O QUÉ TE PASA? 

- ¡SOLO TIENES QUE CERRAR LA PUERTA, JODER! -la animó, roja como un tomate, apartando la mirada del desastre inminente. 

- ¡QUE NO PIENSO PARTIRTE LA MANO, NATALIA, ESTÁS GILIPOLLAS O QUÉ! 

- ¡MARI, HOSTIAS, QUE YO SOLA NO VOY A PODER, AYÚDAME!

- ¡NATALIA, ME CAGO EN DIOS! 


De un empujón la alejó de la puerta, respirando ambas como si acabaran de correr una maratón. Se miraron con rencor, con desconcierto. María apoyó las manos en sus rodillas, buscando aire. Se había puesto de los nervios. 


- Te voy a rajar -murmuró. 

- SOLO TENÍAS QUE CERRAR LA PUTA PUERTA -gritó exaltada, furiosa. 

- Natalia -se fue hacia ella, la agarró de los hombros y la estampó contra la pared-, ¿tú te estás escuchando? 

- No vales para nada, quita, joder -se deshizo de su agarre, o lo intentó, porque María volvió a inmovilizarla. Otro golpe de su espalda contra el yeso. 

- Mírame -le cogió la cara, que la cantante intentaba apartar de ella por todos los medios. Tuvo que darle un bofetón, con gusto, no vamos a mentir-, ¡que me mires, coño! 

- Qué cojones quieres -dijo entre dientes, con las aletas de la nariz abiertas y una mirada de pura furia. 

- Que me digas por qué hostias tenía que ayudarte a que te partieras la mano. 

- Porque... porque... -empezó a respirar entrecortadamente, con el pecho agitado y las lágrimas a punto de saltar al vacío. Le temblaba el mentón, los labios, el cuerpo mismo. 

- Eh, eh, calma, nena, ya está -la abrazó, intentando contener sus convulsiones, acariciándole el pelo. 


Poco a poco fue destensando su postura y dejándose abrazar por su amiga, relajando los músculos y terminando por dejarse caer sobre ella. Estaba destruida. 


- Alba... Alba ya no quiere saber nada de mí, María. 

- Lleváis meses sin hablar, no puedes saber eso, cariño -le acarició la cara, apartando sus lágrimas. 

- Sí, lo sé, porque... 


Le contó todo el asunto de la lista, de las canciones y del frío de Zahara. Le puso la canción y, la Mari, con el gesto contraído, comprendió el drama. Porque era un drama tremendo. No sabía que las cosas andaban así por Madrid, aunque lo entendiera. 


- Verás, cuando rompes con alguien siempre tienes un tiempo en el que esperas que todo haya sido un error y que las aguas volverán a su cauce. Esto lo sabes, ¿verdad? 

- Sí -se sorbió los mocos. 

- Esta canción solo dice que ya ha llegado a ese punto en el que dejas de esperar, asumes que es definitivo y que estás preparada para empezar a olvidar. 

- ¡Pero yo no quiero que me olvide, María! Estoy mejor, yo quería volver a Madrid y... 

- Shhh, que una esté lista para pasar página no significa que la haya pasado de la noche a la mañana, solo quiere decir que ha aceptado que habéis roto y que hay que seguir adelante. 

La sala de los menesteresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora