- Esa Marta, cómo mola, se merece una ola, ueeeee -saludó Natalia con una cara radiante.
- Pero bueno, cómo venimos hoy de frescas.
- Es que verás, ¿ves esto? -levantó el brazo escayolado-. Pues olvídalo, expúlsalo de tus recuerdos porque me lo quitan hoy -levantó la barbilla con una sonrisa sin dientes y los ojos achinados. No cabía en sí.
- ¿En serio? BIEEEEEN -empezó a dar palmaditas y saltitos en su silla y Natalia soltó una carcajada.
- Buah, Marta, no sabes lo contenta que estoy. Esta noche celebramos, ¿no?
- ¿Al final puedes? -la ilusión de la recepcionista se podía ver desde la otra punta de Madrid.
- No es que pueda, es que lo necesito -levantó la otra mano y esperó hasta que Marta la chocó-. Nunca imaginé lo coñazo que sería llevar este artefacto a todas partes.
- Me alegro mucho, Natalia -dijo de corazón-. Ya me ha dicho la Mari que hoy no puede venir, pero que si salimos el viernes os apuntáis.
- Sí, estuve con ella el lunes y quedamos en eso. Le dio mucha pena no poder venir hoy, y a África también. Tienen muchas ganas de conoceros, pero tenían un compromiso.
- Ya, ya me ha dicho. Cena con los suegros. Bueno, intentaremos ser buenas contigo -le guiñó un ojo y Natalia palideció durante unos segundos-. ¡Que es broma! -carcajeó.
- La verdad es que estoy un poco nerviosa -miró hacia el suelo con timidez. Ay, Natalia hija, te como.
- Cuando te den los nervios piensa en que somos amigas de Alba, y poca gente puede decir eso. ¿Crees que la niña tendría de amigas a unas cabronas sin corazón?
- Ya, tienes razón. Espero no ser muy coñazo -Marta se dio cuenta de que realmente le preocupaba, pero estaba completamente decidida a hacerle la noche agradable. Confiaba en ella y en sus amigas, pero sobre todo en el poder de Alba.
- Hoy es una toma de contacto, y el viernes ya verás qué suelta estás. Ni te rayes, mis amigas son las mejores.
- Cero dudas al respecto -se rió.
Estuvieron unos segundos en silencio mientras la recepcionista respondía una llamada, por lo que Natalia decidió ir hacia su cuadro favorito. La paz que le daba solo era comparable a la que le proporcionaba la artista creadora. Hay magia tuya en todo lo que tocas. Sintió una mano en su hombro y se giró, siguiendo el brazo hasta la cara de su dueña. Allí estaba, tan hermosa como siempre, con esa sonrisa que brillaba como el propio sol, y le gustó saber que era solo para ella.
- Tienes una obsesión muy turbia con ese cuadro, Natalia. ¿Es un rollo fetiche o algo? -bromeó la rubia ladeando la cabeza.
- Voy a entrar aquí una noche y lo voy a robar. Vete redactando la denuncia porque si desaparece he sido yo -le devolvió la sonrisa.
- Eres la peor ladrona del mundo, has confesado antes de cometer el crimen. Luego la rubia soy yo -le apretó leventente el hombro para que la siguiera.
- Yo también soy rubia. De hecho más rubia que tú -emprendió el camino tras ella, se despidió de Marta con un gesto de la mano y cruzó un paso por detrás de la fisio la puerta hacia el largo pasillo.
- ¿En serio? -se giró Alba a mirarla, divertida.
- Palabra. Oye, tú, ¿dónde vas? -alargó un par de pasos y se puso a la altura de Alba, pasando un brazo por su hombro-. Que hay que seguir con el tratamiento.
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La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...