Natalia apartó con calma el cazo del fuego, lo apagó con su dedito tembloroso, dejó el teléfono sobre la encimera, con mimo, con dulzura, se giró y empezó a dar tales saltos que por poco no se deja la cabeza contra la lámpara.
¡ME HA CONTESTADO, JODER!
Tras un rato, que jamás admitiría de cuánto fue, se detuvo a coger aire. Y a pensar.
Estaba esperando algo así. Desde que había vuelto, Alba le había demostrado, por activa y por pasiva, que le había hecho la cruz. Sin embargo, algunas de sus reacciones, como cuando se presentó en la clínica y no la echó a empujones, o las veces que había bajado la guardia en su presencia, le habían hecho tener una cierta esperanza, si no de volver, sí de llegar a un punto común de encuentro, aunque fuera para hablar. Y ahora parecía darle la oportunidad.
Llevaba tres días asustada, dudando si había hecho bien, si se había pasado de lista, o si conseguiría alejarla todavía más. Al fin tenía una respuesta. Y era una respuesta cojonuda.
¿Le mandaba un mensaje privado? ¿Contestaba con otro tuit? Uf, muchas, demasiadas opciones. Era el acercamiento mayor que había hecho la rubia hasta la fecha, y estaba que se cagaba por la pata abajo. Capaz era de liarla todavía más.
Alba acababa de llegar a su casa. En cuanto su hermana encendió la bombilla en su cerebro, estuvo a punto de tuitearlo justo en ese momento, ansiosa y orgullosa de haber resuelto el enigma, pero esperó a salir de allí y tener un ratito a solas para pensar si sería lo mejor. No sabía si lo era, pero tenía claro que lo más maduro desde luego que no, aunque, para ser sincera, era lo que más pegaba entre ellas. Muy suyo aquello de hablar sin hablar.
Acariciaba a Queen mientras hacía como que veía la televisión, con un ojo bizco mirando hacia el lugar lejano en el que había dejado su teléfono para no obsesionarse. No sabía si estaba viendo Masterchef o una de vaqueros, sinceramente.
Lacunza, como se me quede el ojo pipa por tu culpa no vas a tener Madrid para correr.
Sonó el teléfono y saltó como una nadadora olímpica con el pistoletazo de salida. Ni medio segundo tardó en coger el teléfono entre sus manos y desbloquearlo. Le iba a dar un puñetero infarto.
Vamos, cálmate.
<Natalia.Lacunza ha publicado un tuit>
Marco
¿Cómo que Marco otra vez? ¿Va a hacer que me arrastre? De los pelos la voy a arrastrar yo, bastante me ha costado tragarme el puto orgullo.
Tiró el móvil contra el brazo del sofá. Joder, le había costado mucho aquel avance como para que la otra encima le vacilara.
Frunció el ceño.
Marina le había explicado el juego. Según las gilipolleces de Lacunza, era ella la que se la quedaba, así que Alba tendría que estar repitiendo Polo hasta que la alcanzara, ¿no? Con lo fácil que era, tal y como le había dicho su madre, simplemente hablar... Aunque debía reconocer que eso era mucho más divertido.
<Alba.Reche ha publicado un tuit>
Polo
Natalia sonrió. Había entrado en el juego.
Si es que es la mejor.
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La sala de los menesteres
FanfictionAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...