Capítulo 81. Incendios de nieve.

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Se despertó con resaca emocional. Se duchó como una autómata, intentando impedir con uñas y dientes la entrada a su cerebro del recuerdo de que Lacunza iba a tomarse un año sabático. UN PUTÍSIMO AÑO SABÁTICO, POR MIS MUERTOS. Shh, ya está

Quizá la habían abducido unos extraterrestres y de ahí su ausencia de cinco meses. Podría ser que, tras innumerables trepanaciones craneales, hubieran sido capaces de cambiarle la personalidad y devolverla a la Tierra con sus prioridades dadas la vuelta. Tremendo avance científico. Digno de estudio. ¿El área 51? Un parque de bolas al lado de aquello. 

Deja de decir gilipolleces

Sabía que debería dedicarle tiempo a meditar sobre aquello, porque quizá era el motivo por el que Lacunza había vuelto tan segura, tan decidida, tan a degüello. Pero se sentía incapaz. No entendía qué había motivado un cambio tan brutal en tan poco tiempo. Y suponía que aquello era lo que con tanta insistencia estaba tratando de explicarle la cantante. 

Quiso dejar en blanco su mente y se fue para el trabajo. 


- Buenos días, baby -dio un beso a Marta en la mejilla y se paró con ella. Llegaba temprano. 

- Buenos días, jefa. Viernes de mi corazón -levantó los brazos hacia el techo. 

- Ya te digo. ¿Salimos esta noche? -puso carita de ilusión. Necesitaba airearse. 

- Pues no creo, tía, si eso a cenar, que mañana con el concierto va a ser ya una noche dura. No podemos ir resacosas. 

- Ah, es verdad, el concierto -se rascó la nuca. Pues nada, se quedaba de solipandi en casa todo el finde. 

- ¿Por qué no vienes? -quiso convencerla Marta, igual que el día anterior. 

- Porque no, tía, no pinto nada allí. 

- ¿Cómo que no? Sois amigas y va a ser un puto conciertazo, no te lo pierdas por cabezonería. 

- No es cabezonería, y tampoco somos amigas. Además, no quiero darle el gusto, fin. 

- Si no os vais ni a ver. Cuando termine te vas a tu casa y se acabó, pero es que por lo visto -bajó la voz como si fuera un secreto- va a durar como tres horas y hay un montón de invitados e invitadas. Se rumorea que estará Rosalía. 

- Qué dices -abrió mucho los ojos. 

- Y Bad Bunny acaba de coger un vuelo. No es por ponerte los dientes largos. 

- Anda ya -me cago en dios, el conciertazo que me voy a perder

- Es un fin de gira y el principio de un año sabático. Lleva semanas organizándolo, quiere irse a descansar por la puerta grande. 

- Ya... 

- ¿Qué opinamos sobre eso? -probó Marta.

- No opinamos nada, es su vida. Si quiere parar, que lo haga. Creo que tiene dinero para vivir un año sin trabajar. 

- Y tres vidas también -rieron ambas-. ¿Cómo te hace sentir eso? 

- ¿El qué, que la persona que me dejó porque la música era más importante que yo ahora abandone la música por una temporada? Me hace sentir de puta madre -ironizó. 

- Alba... -dijo en tono conciliador. 

- Da igual, Marta, yo ya ni lo intento entender. Pasadlo bien, quedaré con mi hermana y sus amigas para salir por ahí. 

- Deberías venir. 

- Debería dejar de tratarla y aquí estamos. Bueno, a trabajar. 


La sala de los menesteresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora