- Así que Michael Jackson, ¿eh? ¿No eres muy joven para tener ese gustazo musical? -preguntó María mientras saboreaba un caramelo del cesto de la recepción.
- Y si la escuchas cantar 'Leave me alone', flipas -comentó Alba, que acababa de llegar junto a ellas acompañada de Natalia.
- ¿En serio? ¿También sabes cantar?
- ¿Cómo que también? ¿Qué me he perdido? -Alba entornó los ojos mirando alternativamente a su amiga y a María.
- Lleváis una hora ahí metidas, nos hemos hecho amigas -dijo Marta encogiéndose de hombros con cara de interesante.
- Me ha contado que os gusta ir los viernes al karaoke como unas auténticas jubiladas.
- Qué vergüenza, Marta -dijo Alba poniéndose roja.
A María le parecía tremendamente adorable. Sí, si había una palabra que definiera a Alba Reche esa era adorable, y por la cara que ponía su jefa se atrevería a asegurar que estaba de acuerdo con esto.
- No pasa nada, Reche, todas tenemos secretos vergonzosos -comentó María quitándole importancia.
- ¿Y cuál es el tuyo?
- Uy, Natalia, mira qué hora es, tenemos que irnos -dijo cogiendo del brazo a la morena y tirando levemente de ella. Las tres rieron.
- Bueno, Lacunza, nos vemos el viernes entonces. A las once.
- Oído, jefa -Natalia la miró seriamente mientras hacía el saludo militar.
- ¿Ahora también es tu jefa? -preguntó Marta con una risita-. Te vas a cagar.
- ¡Oye! -protestó Alba poniendo un mohín.
- No tengo miedo ninguno, me meriendo un par de Reches todas las tardes y aún me quedo con hambre -de nuevo la Natalia soberbia. A Alba no se le escapó el detalle de que no había tenido esa soltura cuando estaba a solas con ella. Lo achacó a la presencia de su amiga y le pareció tierno.
- No te veía tan subidita cuando te apretaba el codo.
- Uy María, mira qué tarde es, tenemos esa cosa tan importante y secreta -Natalia cogió del brazo a María y tiró también de ella en dirección al ascensor. Cuando habían dado un par de pasos se giró y se encontró con la sonrisa infinita de Alba Reche, que las miraba con cara de 'no tienen remedio'. Su sonrisa calienta el invierno más frío-. Hasta el viernes, chicas -les guiñó un ojo mientras les dedicaba su media sonrisa habitual.
Se metieron en el ascensor sonriendo a las chicas uniformadas y diciendo adiós con la mano.
- ¿Y a ti qué coño te pasa? -preguntó María con los ojos como platos cuando se cerró la puerta.
- ¿Qué me pasa de qué? -Natalia no entendía la cara de su amiga.
- Esa actitud tuya con la Reche. La acabas de conocer, ¿quién eres y qué has hecho con la estirada de mi amiga?
- Yo no soy una estirada -contestó la morena haciendo un puchero y mirando al suelo.
- Me encanta cuando de repente tienes cuatro años. Pero en serio, ¿qué ha pasado para que parezca que la conoces de hace seis vidas? -preguntó con más gravedad mientras salían del edificio.
- María, te juro que es imposible comportarse de otra manera con ella -hablaba mientras movía exageradamente los brazos, como si no le bastaran las palabras para explicarse-. Lo he intentado, te lo prometo, ya sabes que... bueno... que no me gustan los desconocidos, he querido mantenerme a distancia, pero no sé qué tiene que en cuando abre la boca y habla, te sonríe y automáticamente eres de su puto equipo -la cara de estupefacción de Natalia lo decía todo.
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La sala de los menesteres
FanficAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...