Libro II: 04 | Matar o morir.

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24 de agosto de 2022. 06:30 AM.

C.E.A.M.


Con un jadeo seco, abro los ojos.

La luz blanca de la sala médica me atraviesa los ojos como un cuchillo, así que los cierro otra vez. No hay ruido a mi alrededor, así que asumo que estoy sola. Parpadeo lentamente para acostumbrarme a la luz y, cuando lo consigo, clavo los ojos en el techo blanco e intento no volver a cerrarlos.

Cada vez que los cierro, dos ojos oscuros y grandes insertados en una mirada inocente aparecen entre detrás de mi párpados, y siento la frialdad de un pequeño cuerpo morirse entre mis brazos. Me encojo en mi sitio y me obligo a fijarlos en el techo y no moverme, no moverme nunca más, mientras el corazón se me apretuja hasta el punto del dolor.

—Perfecto. Te has despertado. —Una voz a mi lado me sobresalta—. He tenido que suministrarte un somnífero. Estabas muy alterada —de repente se ríe—. ¿Lo pillas? Alterada.

Giro la cabeza a un lado, desde donde proviene aquella voz. Tyven me está contemplando con un gesto divertido, pero la visión que llega a mis ojos es borrosa, así que me doy cuenta de que he estado llorando. Me limpio los ojos y me incorporo sobre la camilla, y por alguna razón, algo tira de mi estómago dolorosamente.

Tyven suspira con una sonrisa y levanta la vista para mirar a alguien detrás de mí.

—Los Alterados nunca se ríen de mis chistes, esperaba que al menos ella sí tuviera más sentido del humor —dice. Luce eufórico, alegre—. Es bueno, ¿verdad?

Me vuelvo hacia la persona con la que Tyven está hablando y veo a la mujer que estaba con él ayer. Sigue igual de pálida, débil y demacrada, tan frágil que parece a punto de desmoronarse en el suelo —y me pregunto cómo es que con ese aspecto no está directamente muerta—. La mujer asiente, pero el gesto parece más bien un espasmo, y fuerza una sonrisa, como si no sonreír fuera a acarrearle consecuencias nefastas. Pero el gesto decae de su rostro tan rápido como llega.

Algo vuelve a apretujarme el estómago y me encorvo instintivamente por el dolor. Me llevo una mano al abdomen, confundida.

—Ah, no te preocupes, solo es el localizador —Tyven agita una mano en el aire, como para quitarle importancia.

—¿Localizador? —pregunto. Tengo la garganta seca, así que mi voz solo sale en un hilo ronco.

—Un dispositivo que te mantendrá localizada. Ya sabes, por si decides no ser una buena chica. Te preguntarás por qué en el estómago. Bueno, la ubicación hace que sea difícil de encontrar o desactivar —me explica con una ceja arqueada—. Te dolerá un poco, pero como te curas muy rápido, tu cuerpo no tardará en asimilarlo.

Un localizador. Joder. No había contado con eso. Que el C.E.A.M. pueda rastrearme a tiempo real va a complicarme las cosas, sobre todo cuando llegue el día —si es que llega— en el que deba marcharme de este lugar.

Eso suponiendo también que pueda encontrar la forma de salir de aquí sin morir en el intento. En teoría, es el supuesto espía de Axian quien debe sacarme de aquí, pero hasta el momento nadie me ha mostrado señales de serlo. Le he preguntado a Axian cómo se supone que su espía va a saber que estoy aquí por órdenes suyas, y el líder Nepher se ha limitado a responder que él ya lo sabe. Él ya sabe que estoy infiltrada aquí. Así que, si no está muerto, ya debería haberse enterado de que estoy aquí. Ahora solo queda esperar.

—Alegra esa cara, hombre —Tyven dice con una emoción que no comprendo—. El localizador significa que Rage te ha aceptado como una soldado más de la Organización. Hacía mucho tiempo que no veía a Rage tan impresionada, ¿sabes? Desde el número 111, no ha vuelto a tener un juguete favorito.

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