V: Mirdgard

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Laufey observó su nuevo hogar de arriba a abajo, acababa de bajar de su carroza, y para su sorpresa estaba realmente enamorada del entorno midgardiano en el que se encontraba. Era una gran casa, en vez de un castillo, echa de madera de roble oscura, era bastante alta y en la entrada habían escudos y banderas que representaban a su esposo. Entonces sintió la mano de Olson abrazándola por la cintura.

_ Bueno no es un gigante castillo Jötunn pero ¿Que dices? ¿Puede mi modesta casa complacerte? _ Laufey sonrió y se giro a ver a su esposo a los ojos.

_ No se si lo notaste, pero yo tampoco era rica, puede que mi antigua casa fuera gigante en tamaño, pero no por eso desbordaba en tesoros por dentro, era practica, no lujosa, así que si, tu modesta casa Midgardiana no solo me complace, me alegra diría _ El hombre acuno el rostro de la chica con la manos y la beso, el de una manera muy apasionada, ella aun sin acostumbrarse a sus caricias.

_ Eres un encanto de mujer, Laufey _ le susurro sobre los labios, luego la levanto en brazos, metiendola al salón, la chica vio un salón como el de su antigua casa, con una larga mesa en el centro y en pequeños balcones a los lados mas mesas pero con sillones, en el fondo, dos sillas sobre un pedestal y detrás una espesa cortina de cuero y metales, por ella se metieron los recién llegados, pasando por otro salón mas pequeño con una mesa y estantes, detrás, por un pasillo y finalmente al cuarto, allí el la bajo al suelo, ambos mirando la cama, el estando colocado a su lado y comenzando a acariciar los pechos de la mujer _ Eres una belleza única, una Jötunn en mi cama... hoy seré el hombre mas feliz de todo Midgard _ comento mientras comenzaba desatar el vestido de su rigida y tensa esposa.

Ω

Esa noche Laufey se encontraba tomando un baño sola cuando su esposo entró en el cuarto con una jarra de vino y dos copas de metal, lleno ambos vasos y le tendió uno a su joven mujer, quien lo acepto sin problema.

_ He estado pensando esposa, que aun no te he echo un regalo a la altura, así que dime lo que deseas, y yo voy a hacer lo posible por cumplirlo _ Laufey lo observo y sus ojos se iluminaron instantáneamente.

_ Espera... ¿De verdad cualquier cosa? _ El hombre asintió.

_ ¿De que sirve ser el Rey si no puedo cumplir los caprichos de mi reina? _ Le respondió bebiendo de su copa, ella no tuvo que pensar mucho.

_ A ti no te molesta que yo entrene... ¿Verdad? _ El hombre negó.

_ Claro que no, en el verano partiré con mis barcos de aquí, tu estarás a cargo y yo creo que mientras mas fuerte mejor.

_ Entonces, la ultima vez que visité Midgard conocí a una mujer, que me dio mi primera lección de espada, y se ofreció a ser mi maestra si yo deseaba... su nombre era... Brunilda, creo.

El hombre escupió su vino _ ¿¡BRUNILDA TE ENTRENO!? _ Pregunto acercándose a Laufey, ella se asusto por su reacción exagerada así que solo asintió levemente con la cabeza _ La Gran Skjaldmo Brunilda... no lo puedo creer...

_ Así que la conoces...

_ ¿¡Quien en Midgard no la conocería!? Es una guerrera feroz sin duda, a pesar de haber envejecido su ferocidad no a bajado, mi hermana a tratado de ser como ella, es su modelo a seguir.

_ ¿Modelo a seguir?

_ Laufey, no se si ella acepte venir, es decir, solo soy un pequeño rey pero... lo intentaré...por ti _ Finalizo, colocando un beso en la frente de su esposa y retirándose del lugar, dejando aun sorprendida a Faye.

Ω

_ ¿¡Como no iba a venir!? ¡Aun me acuerdo muy bien de ti! Pequeña Laufey Jötnnar.

Laufey se quedo helada, delante suyo estaba aquella mujer llamada Brunilda, pero habia envejecido de una manera desconmensurada, ahora, en vez de ser una chica pasando su juventud era una mujer saliendo de ella y entrando en la vejez, con varios cabellos mas blancos que rubios.

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora