Nórdico | God Of War

XXIII : Heridas

Al otro día había llegado a una zona difícil, era la base de una montaña, donde los arboles crecían en todas direcciones, verticales, diagonales, incluso horizontales, era imposible pasar a través de toda la maleza con el carro, así que decidieron ocultarlo debajo de muchas plantas y se adentraron en la espesura.

Faye no podía evitar estar emocionada por esta nueva zona, jamas en todos sus años había venido a cazar aquí, era algo nuevo, y sin duda también esto era algo nuevo por que cazaba acompañada.

Se arrodilló delante de una roca ahuecada, tocando el pasto, Kratos la observo fijo y sin entender hasta que ella lo llamo y el coloco una rodilla a su lado.

_ Mira, lo sientes _ Kratos no entendió y ella indicó el suelo, pasto ¿Aplastado? _ toca _ le indico y el lo hizo, estaba caliente.

_ Estuvo aquí _ dijo el entendiendo que eso era un nido, ella asintió.

_ Y hace poco _ giró su rostro y busco por el suelo hasta ver otro nido _ y no fue el único, vamos _ Rápido se encontraron con el rastro mas claro, jabalí, concluyo ella, siguiéndolo ella recogió una planta pequeña y verde de raíz del suelo, el la miro _ comestible, rica, sirve para los estofados _ el memorizo la planta, sería bueno aprender de la nativa, después de todo su desconocimientos de la flora y fauna de estas tierras era lo que lo había arrastrado hace tan solo unos días a casi morir.

Se encontraron finalmente con su presa, un jabalí rojo, enorme, y dos mas pequeños del mismo color. Faye se agacho en unos arbustos, desde donde podía ver a los animales, y le hizo señas a Kratos para que hiciera lo mismo, el lo hizo, se recostó al lado de la mujer, sus brazos chocaban y el podía sentir el calor de ella a través de la ropa. Giró su rostro hacia ella para encontrarla profundamente concentrada en los animales que se encontraban delante. Notó las pequeñas pecas de su rostro, tan delicadas, sus grandes labios, carnosos, con un tatuaje sobre ellos. Ella sonrió, se arrodillo desconcentrando al hombre de su examen, tensó su arco y disparó, para sorpresa de Kratos, no al mas grande, si no al mediano. Los otros huyeron y ella los dejo ir, caminando hacia su presa adolorida para acariciar su hocico con respeto antes de acabar con su miseria. Kratos la observo mientras ella comenzaba a trabajar allí mismo en el animal.

_ ¿Por que ese? Había uno mas grande _ dice Kratos y ella se gira a mirarlo, para sorpresa del extranjero ella le sonríe.

_ ¿No lo ves? Ven aquí _ le indica ella y el se acerca a su lado, mira a jabalí, tiene mas arrugas y su hocico cuenta con un decoloro pálido.

_ Este es mayor.

_ Así es, uno era hembra y el otro joven, los dejo ir para que puedan reproducirse, no hay que abusar de lo que se toma del bosque _ le sonrió finalmente ella, ahora nuevamente el uno al lado del otro, con esos brillantes ojos y pecosas mejillas mirándolo, el sintió que ella le molestaba mas de lo usual, la mujer le agradaba, y eso lo molestaba, por que la quería para el a pesar de ser su enemiga.

Ω

Se refugiaron en un nido natural, a la luz de las estrellas, cubiertos por arboles muy cercanos el uno del otro, era la quinta noche, la caza estaba por terminar, ella había encontrado muchas cosas y su carro rebalsaba de diferentes materiales, ahora comían de su ultima presa, ella comenzaba a extrañar el no tener una hoya en la que poner la carne con verduras a cocinar, se llenarían mas así, pensó, y se sorprendió al notar su interés por satisfacer el hambre de su silencioso compañero también.

Lo observo devorar su cena con interés, "La carne de jabalí le gusta..." pensó ella mientras bebía de su increíble visión, no podía evitar no observar los firmes músculos de sus brazos bailar con los movimientos del mismo. Se maldijo a si misma por el repentino calor que se asomaba en su cuerpo, y por que inevitablemente, quería tocar ese cuerpo nuevamente, recordó cuando lo estaba curando hace una semana, recordó pasar sus manos por cada musculo de el, quitando la podredumbre y reemplazándola con ungüento curativo, se maldijo también por el hecho de que hasta hace poco el hombre era su posible asesino, y ahora le gustaría tocarlo, se maldijo por que le gustaran los hombres fuertes.