XLV : Dolor

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 Las maderas del suelo crujieron cuando un enorme peso entró, Faye sabía que era el, se giró a verle y su leve y calurosa sonrisa se apagó un poco, estaba herido, no muy profundo, pero ella veía las mordidas y rasguños. El la miró, ambos se saludaron con un asentimiento de cabeza.

—Hay vendas recién echas en el estante de allí arriba —Le informó apuntando con el cuchillo que tenía en la mano a los estantes que estaban cerca del hombre, el asintió y se encaminó a las vendas mientras ella se volvía hacia la mesada y continuaba cortando las verduras que cenarían esa noche.

—¡Madre, madre! —Atreus entró corriendo a la casa y fue hasta Faye, ella se giró a el, encontrando que tenía un amuleto rúnico en la mano y se lo ofrecía a ella. Faye lo tomó, era bonito pero inservible, y tenía una tira de piedras. Luego miró las manos de su hijo, atestadas de tierra.

—Es bonito —Le miró a los ojos y sonrió— ¿De donde le has sacado?

—Estaba enterrado en el patio de atrás, creí que te gustaría, aunque no se para que es.

—Es para el cabello —Aclaró ella—. Te lo agradezco —Dijo amable y le dio un beso en la frente, dejó el colgante sobre la mesada y tomó un trapo húmedo, bajando nuevamente hasta su hijo y limpiando sus pequeñas manitas bañadas en tierra.

—¿Puedo ir a jugar un rato mas?

—Claro mi pequeño lobo, te llamaré cuando la comida esté lista.

Sonriendo el niño salió afuera corriendo, Faye volvió a la mesada, trago hondo llevando su mano al cuchillo que allí dejó, pero observo el regalo de su hijo, desvió su mano hacia allí y lo tomó, acariciando la runa de Tyr que llevaba, las imágenes de su antiguo amigo se le vinieron a la mente, contando la cantidad de veces que la había salvado, la de veces que habían cenado juntos, la de veces que habían salido a rescatar gente juntos, se recordó a si misma, joven, sonriendo con tranquilidad junto a Tyr en la entrada de su casa, mientras los Jötnnar eran atendidos y curados por la gente de su ciudad, recordó mirarle, y decirle con la mayor sinceridad que el era un buen dios, por que si, realmente lo era, y ninguna otra deidad de sus tierras se merecía mas que el que le dijeran tal cosas.

Sus ojos se humedecieron y tuvo que llevar sus palmas a sus parpados, reteniendo el llanto. Kratos se encontraba frente al fuego, sumido en sus propios pensamientos, pero el sonido de Faye aspirando por la nariz lo hizo voltearse para ver como ella miraba en dirección opuesta a el, sobándose la cara, sus ojos se agrandaron, la vio bajar las manos y llevar una a su pecho, tomando una bocanada de aire, luego de asentir, convenciéndose de algo, guardó aquel colgante en su bolsillo y tomó el cuchillo para seguir trabajando. Decidió no preguntar, si ella quisiera contarle de sus penas lo haría.

Mas de una vez ella lo encontraba en la misma situación, triste y perdido en sus pensamientos, mas su relación se basaba en no forzar al otro, por lo que ella no lo interrumpía, y solo hablaban de ello si el quería, y lo mismo al revés, el no la interrumpiría, si ella deseaba contarle sus penas lo haría en su momento.

—¿Fue un oso? —Preguntó la mujer rompiendo el silencio mientras trabajaba en la comida, metiendo las verduras a la olla, se giró y se encontró con que su esposo la observaba.

—¿Que? —Preguntó levantando una ceja mientras ella caminaba hasta el poso de fuego y colocaba la olla encima de las llamas.

—Tus heridas ¿Fue un oso? —Volvió a preguntar sin mirarle, revolviendo el contenido de la olla metálica. El hombre gruño una negación.

—Lobos —Admitió, ella asintió, dejando la cuchara y caminando hasta el, el hombre se enderezó sobre su asiento mientras ella bajaba hasta colocarse en el espacio entre sus piernas, de rodillas, tomaba una de las vendas y comenzaba a envolver apropiadamente las heridas de los puños del hombre, el se dejaba tratar, observando el pasivo y amoroso rostro de su esposa, sin mucho cuidado uso su mano libre para llevarla al mentón de ella y obligarla a levantar la cabeza, ella arrugó sus cejas, sin entender que sucedía— ¿Que te aflige, mujer?

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora