XVIII : Cuidados

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Luego de arrastrar durante una noche y medio día al hombre de vuelta hasta su casa Faye estaba convencida de varias cosas, uno, que sin duda su cuerpo no era el mismo, y dos, que morir e ir a Hel en estos momentos donde sus brazos dolían con fuerza sin duda alguna seria como ir al paraíso.

Una vez que estuvo delante de su cabaña se detuvo, preguntándose donde pondría a esta enorme bestia. El se veía enorme, pero quizá entrara en su cama, después de todo ella no era de una baja estatura, ya había llegado a su edad madura y media un metro ochenta, quizá el tenga unos centímetros mas, rogaba que no muchos.

Soltó las cuerdas que había atado al extraño, y las pieles que se había colgado al hombro, dejándolas caer en la nieve. Se acerco, tomó sus muñecas y tiró de ellas con fuerza, haciéndolo entrar en la cabaña. Subirlo a la cama no fue mas fácil, pero luego de un buen rato lo logro, camino hasta atrás, hasta chocar su cabeza con el bajo techo de paja y barro y calló al suelo, no se quería levantar, pero hacia frío y había trabajo que hacer. Sacó la bolsa que tenia en su cadera, carne, y la dejo en la pequeña mesa que tenia, salio fuera y recogió las pieles y unos troncos, se adentro en su cabaña y cerró la puerta, dejo las pieles junto a la carne y se apresuró a encender un fuego en el pozo de piedra diminuto que había en la cabaña.

Se tomó su tiempo calentando sus manos y su cuerpo cerca del fuego mientras se quitaba la armadura de cuero que llevaba, dejándose solo la ropa interior y por encima su falda, quitándose los cinturones y los zapatos, poniendo las espadas que se había colocado en el cinturón y la piel de oso del hombre cerca de la puerta. Se soltó el cabello y se quedó allí, observando el fuego.

¿Y si al despertar este dios no le daba tiempo a nada y la mataba? Quizá seria lo mejor. Era obvio que ella ya no tenia sentido de existir, era obvio que nada aparecería, ni iría a vengarse, y la idea de encontrarse finalmente con todos o la mayoría de aquellos a los que amó no sonaba tan mal.

Su padre, su hermano Egil, Thiri... Aren... este ultimo nombre golpeo fuerte en su pecho. Cuantas noches no se acostaba a dormir y al girarse sobre su almohada se encontraba cara a cara con el chico, recostados juntos bajo los rayos del sol, el acariciando con delicadeza su frente, corriendole mechones rojos de en medio con delicadeza, luego habría los ojos para encontrarse nuevamente en su pequeña cabaña. Aren, el único hombre por el que ella sintió algo, el único al que amo y tuvo que dejar morir.

Brunilda, Tora, sabia que jamas las vería, si ellas habían ido a algún lugar, era a Valhalla, y Faye no tenia lugar ahí.

Salió de sus pensamientos al escuchar gemir al hombre ¿Se estaba despertando? No, estaba soñando, camino en cuatro hasta el y se arrodilló a un lado, susurraba cosas, tomó su brazo con delicadeza con una mano y con la otra su frente al ver como el hombre contorsionaba sus facciones con ¿Dolor? O... acercó su oído a esos blancos labios.

_ Ly-san-dra... _ Faye se alejo, el nombre de alguien, quizá una mujer por como sonaba, aunque jamas había escuchado ese nombre, luego el susurró mas alto _ Calliope... no... no... ¡NO! _ El hombre subía su tono y con el ultimo "no" se estremeció y comenzó a moverse, como luchando con algo, temblando, Faye se asusto, el, parecía asustado, enojado, su rostro estaba muy contraído, esta sufriendo, Faye se volvió sobre el, sentándose a su lado en la cama, colocó nuevamente su mano en la cabeza el hombre y otra sobre su pecho, con cuidado. No tenia idea de que hacer, no parecía estar sufriendo por sus heridas, aun así estas se veían afectadas por los bruscos movimientos del dios, comenzando a sangrar aun mas, debía detenerlo.

_ Shh... calma... estas bien... yo... voy a cuidarte... _ Le susurraba lentamente, con una dulce voz, dudando si decir estas palabras o no, comenzó a mover su dedo pulgar izquierdo de un lado a otro mientras hablaba, acariciándolo lentamente _ Shh... tranquilo..._ Pareció funcionar, el hombre volvía a tranquilizarse y a relajar sus músculos bajo su tacto, sin despertar.

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora