XXV : Calor (+18)

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Ella colocó sus manos en los enormes pectorales del hombre, subiendo hasta su cuello mientras el la besaba con firmeza. La mujer se sorprendió, sus besos eral realmente deliciosos y un gemido se escapó de su boca, algo que le erizo la piel al enorme y estoico guerrero. Pero fue la chica quien se volvió a estremecer al sentir las firmes manos del hombre subir y bajar a lo largo de su columna. Se separó de los labios de el y gimió.

_ Ha... Kratos... _ jadeó al sentir la enorme erección de el presionar firme contra su vientre _ aun tengo... _ la excitación le dificultaba el habla pero el entendió, sintiendo el húmedo y frío cuerpo de ella bajo sus manos.

Sin dejarla hablar mas se hizo a un lado y la levanto el brazos, tomándola de la espalda y de la parte trasera de sus rodillas, se giró y camino a la cercana e improvisada cama de pieles, el podía sentir como ella jadeaba, al bajar la vista y encontrarse con ella supo que realmente había encontrado a la criatura mas hermosa de estas tierras, y la iba a hacer suya.

De detuvo a mirarla, con algo extraño en su mirada, que paseo de ella a algo detrás, la chica giró su rostro lo que mas pudo para ver la improvisada colcha de pieles debajo suyo.

Oh

"Oh..."

Tragó hondo cuando el descendió lentamente, colocandola con cuidado en la cama. Lo sintió ser tan delicado y su cuerpo tembló, no de frió, si no que de placer, de deseo, lo quería recostado con ella, ya mismo. Sentada en la colcha de lobo se desilusiono al ver como el se alejaba de ella, aunque no perdió la oportunidad de examinarlo al verlo caminar unos pasos a un lado, era tan musculoso y grande, vio su enorme erección, quería tocarlo, cada parte de el, no solo su entrepierna, sus enormes brazos, su fuerte pecho, sus firmes piernas, necesitaba tocarlo, jamas había sentido algo así por nadie, ni siquiera por Aren, su rostro oscureció un poco ¿Como podía comparar a aquel dulce chico con esta bestia?

Sin embargo se maldijo, pues sabía que era verdad lo que pensaba, su única vez con Aren no fue perfecta, aun recordaba el dolor cuando el entro completo en ella, y recordaba las diminutas gotas de sangre, recordaba como el también inexperto chico se asusto y a la vez, luchaba contra el placer por no moverse, para no dañar mas a su amada princesa, ella había terminado disfrutando, pero era muy virgen como para tener deseos tan impuros como querer comer cada parte de su cuerpo. Luego el deseo entre ambos jamas pudo volver a florecer.

Su primer esposo no era amable, ella no lo quería y jamas había sentido el mas mínimo deseo por el, ya que el no se molestaba en los deseos de ella.

Luego la guerra, quizá en las noches que compartió en una carpa con Tora habían sido lo mas cercano a verdadero deseo, pero comerse la una a la otra era todo lo que podían hacer, después de todo eran mujeres. Luego los pocos amantes que la aldea le había regalado, ella ni siquiera sabía sus nombres, y mas de uno no se molestó en decírselo, ambos solo querían una cosa, fornicar hasta satisfacer sus propios deseos. Alguno había querido repetir con ella, pero ella los alejaba, no podía aceptar, si se encariñaba con alguno sin duda lo perdería, y ya no quería perder a nadie, por eso no vivía en la aldea, por eso no se acercaba a la gente, por eso vivía sola.

Pero este idiota en una semana la había conquistado, y se maldijo a si misma por estar a punto de hacer esto con un hombre que comenzaba a conocer, no esperaba que las cosas resultaran así, el era tan frío que pensó que cosas como la carne no le afectaban, no le importaban, pero al igual que ella, el tenía debilidad por la piel de otros.

El hombre volvió a ella, con la enorme piel de ciervo en sus manos, colocó su rodilla sobre las mantas, de frente a la ahora delicada mujer que yacía allí sentada, era increíble como debajo de su armadura pudo ella esconder todas esas curvas, estaba mas que complacido, extasiado de deseo por ella, pero aun no, primero debía calentarla. Colocó la piel sobre los hombros de ella, quien la tomo y llevando sus rodillas a sus pechos se encontró envuelta en su propio abrazo.

Nórdico | God Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora